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Fallece el buscador Mario Vergara en accidente laboral

“Yo soy Mario Vergara y busco a mi hermano Tomás, quien fue secuestrado el 5 de julio del año 2012 en Huitzuco, Guerrero, y hasta el día de hoy es un desaparecido”, esta introducción para contar historias, experiencias y pedir ayuda para hallar a su hermano, no volverá a escucharse.

Este jueves se apagó la voz de Mario tras ocurrir un accidente en la recicladora donde trabajaba, por el que perdió la vida.

El lunes pasado fue la última vez que pronunció las palabras sobre su hermano, cuando dio a conocer el hallazgo de los restos de Lesly Martínez Colín —la joven que desapareció el 30 de abril en la Ciudad de México—, y que hace algunas horas fue identificada por sus familiares y de alguna manera volvió con ellos.

A partir de la desaparición de Tomás, su hermano, Mario se convirtió en especialista para el rescate de cuerpos, acudió a todos los diplomados para aprender cuestiones forenses, agudizó su sentido del olfato para identificar a la muerte enterrada y descubierta con varillas.

En 2014 decidió fundar el colectivo de búsqueda “Los Otros Desaparecidos de Iguala”, era referente en Guerrero y en México por los conocimientos que adquirió, en un oficio que llegó sin desearlo pero que ejerció desde el corazón.

Luego de darse a conocer la noticia de su muerte, cientos de personas escribieron en su redes sociales la manera en cómo van recordarlo: su voz que abraza con humildad buscadora, con cercanía de hermano ante las fauces de la desaparición, y con amor de iguales.

 Entre las personas buscadoras del país, Mario “La Hormiguita”, como le decían, era querido por su solidaridad y empatía, aún a pesar de su propio dolor.

Participó en distintos documentales que se han hecho sobre el delito de desaparición que asola al país y ha sido uno de los protagonistas más importantes para dar a conocer las deficiencias institucionales para llevar a cabo las búsquedas en vida, con dignidad y capacidad.

En Guerrero lo reconocen por detectar al menos 200 fosas clandestinas que retenían a cientos de personas pero que gracias a sus manos, a las varillas, a su olfato, a sus ojos con sorpresa y a las demás personas buscadoras, lograron arrancarlas del escondite y aunque algunas no han sido identificadas abrieron una nueva esperanza para el retorno a casa.

Se fue sin encontrar a su hermano pero las manos que lo acompañaron, los corazones que apretó, se pronunciaron hoy para despedirlo y asegurarle continuarán su búsqueda.

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