Víctima de una neumonía, el 18 de noviembre de 1922 murió Marcel Proust. Buena parte de la narrativa del siglo XX no se puede entender sin su obra. Su influencia se nota Javier Marías, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa o Antonio Muñoz Molina.
Hombre discreto, enfermizo y en cierto punto retraído, el autor de En busca del tiempo perdido, obra magna dividida en siete tomos, estiró las posibilidades del relato testimonial como nunca nadie lo había hecho y no solo eso, fue un profundo defensor de la lectura en su dimensión más placentera. En su ensayo Sobre la lectura afirma que, en la lectura, la amistad puede llegar a su pureza primera. Con los libros, escribe “no se es amable” pues si pasamos la noche con ellos “es porque teníamos ganas de hacerlo.” Sostiene “los dejamos a nuestro pesar”, y al hacerlo, “no tenemos ninguno de los pensamientos que carcomen la amistad: ¿Qué pensarán de nosotros? ¿No fuimos lo suficientemente delicados? ¿La habrán pasado bien a nuestro lado?”, ni el miedo de “ser olvidados por los otros”. Todas esas agitaciones de la amistad, concluye “expiran en el umbral de esa amistad pura y calma que es la lectura”.
El escritor y editor mexicano Martín Solares reconoce en Proust a uno de los autores que revolucionaron la idea de la prosa, “mucha de la narrativa contemporánea no se entendería sin el ejemplo de la respiración proustiana, esas frases enormes que son torrenciales y que incluyen historias dentro de las historias. Autores como Thomas Bernhard, Karl Ove Knausgard o Javier Marías la han incorporado a su manera”.
Agrega que el francés nos demostró el poder de la narración al demostrar que es posible, a través del texto, educar al lector para que pueda respirar de otra manera y seguir al autor poco a poco y no solo durante un largo párrafo, sino de una obra muy extensa como son todos los volúmenes de su obra.
Para Martín Solares, su trabajo deja constancia de que como novelista se puede transfigurar todo lo vivido. “Cambió las circunstancias personales de los seres que conoció, generó una docena de personajes inolvidables, movidos por pasiones sencillas pero muy poderosas que volvió complejas gracias a su análisis”.
Autor de Los minutos negros y Cómo dibujar una novela, Solares celebra además su defensa del placer de la lectura, “esa es una de sus enormes herencias. Sus apreciaciones siguen vigentes por la manera que tienen de invitarnos a tomar un libro y a ponernos en contacto con la tradición literaria”.
Lo ubica junto con James Joyce y Franz Kafka, como los tres escritores que marcaron la literatura del siglo XX. “Kafka abrió hacia lo fantástico; Joyce innovó en materia de experimentación radical; y Proust dio profundidad a lo más cotidiano”.