Por Antonio Salgado Borge
La palabra trash, al igual que cash, es un anglicismo frecuentemente empleado en México.
Usado como adjetivo (trashy), trash alude a algo que es de baja calidad; aplicado como verbo (trashear), se refiere al acto de criticar despiadada y salvajemente a algo o a alguien.
Ambas opciones describen respectivamente y a la perfección las cualidades y el actuar de la oposición actual en México.
Es fácil ver por qué. Los partidos que conforman el bloque opositor no planean renovar sus cuadros o cambiar la forma de hacer política que hoy los tienen tan unidos como hundidos. Tampoco tienen la intención de formular un proyecto de nación alternativo y capaz de romper con el pasado que ellos nos legaron.
En lugar de cambiar, este bloque prefiere apelar al miedo o al escándalo gritando acusaciones contra el Presidente. El resultado de esta estrategia ha sido, una y otra vez, tiros salidos por la culata.
La reacción a la publicación del libro ‘El Rey del Cash’ es una clara muestra de ello.
Mucho se ha comentado que esta publicación presenta una narrativa testimonial, pero sin pruebas o forma de verificar o falsificar los dichos de su autora.
No voy a abundar en este punto. Para efectos de este análisis, lo importante es que, a pesar de su dudosa confiabilidad, varios miembros de la oposición blanden el texto atribuyéndole el carácter de evidencia.
Es difícil de explicar el torrente de copias y versiones que, apenas salido el texto mercado, han recorrido las redes sociales y correos electrónicos sin recurrir a la idea de una acción concertada. Aunque la piratería es común en México, al menos que yo recuerde, no hay un texto que se compare con respecto a la velocidad y profusión en su difusión.
Estos hechos han convertido al fenómeno generado por ‘El Rey del Cash’ en oro molido para los seguidores del Presidente.
Y es que la suma de carácter testimonial, difusión aparentemente concertada y el uso opositor del texto alimentan la idea de que la oposición tiene pocos elementos reales contra el actual gobierno. Y, sobre todo, confirman a los grupos pro-AMLO que existe una suerte de cargada generada por la oposición y algunos medios contra el movimiento encabezado por el Presidente.
Esto no es todo. Supongamos que lo que se dice en El Rey del Cash es cierto. Aun si este fuera el caso, resulta francamente inverosímil ver a líderes opositores rasgándose las vestiduras ante un fenómeno que es bien conocido y tristemente prevalente en México: el desvío de recursos públicos para financiar campañas.
Desde luego, el caso más comentado es el empleo de recursos de gobiernos estatales gobernados por el PRI en la elección que llevó a la presidencia a Enrique Peña Nieto, pero esto parece ser la norma y no la excepción en la arena de partidos mexicana.
¿Cuántos gobernadores no han financiado en parte sus campañas con dinero proveniente de las arcas de su estado y de entidades con gobernadores ‘amigos’? ¿No ocurrirá esto mismo en las elecciones del Estado de México y de Coahuila el próximo año?
No pretendo utilizar el argumento de ‘dado que todos hacen x, entonces x es justificable’; uno de los favoritos de los seguidores del Presidente cuando se trata de quitar responsabilidad a quienes desde Morena incurren prácticas asociadas con otros partidos.
Si menciono lo anterior es únicamente porque alegar que el Presidente ha recurrido a recursos públicos para el financiamiento de su proyecto a lo sumo iguala las prácticas electorales de AMLO con las de sus rivales.
El problema para la oposición es que en voz de sus líderes, este trasheo es aire. Y lo es porque para un simpatizante del Presidente es muy fácil alegar que (1) no hay otra forma de competir electoralmente en nuestro país, (2) la Cuarta Transformación es preferible a los gobiernos neoliberales y que, en conclusión, el fin justifica los medios.
El trasheo por igualación es entonces una pésima estrategia. La oposición no tiene nada que hacer electoralmente si sus principales líneas de crítica consisten en señalar que Morena hace lo mismo que ellos han hecho por años, y que probablemente todavía hacen actualmente.
A ello hay que sumar que el uso que la oposición ha dado a El Rey del Cash muestra la ingenuidad con la muerden cualquier anzuelo que les pase por delante.
El revuelo que le han dado a este texto ha sido un regalo para el Presidente. Y lo ha sido porque contribuyó a desviar la atención de un asunto probadamente real y mucho más importante: el hecho de que los militares seguirán en las calles hasta 2028 y que este grupo tiene cada vez más poder económico y político en México.
Si esto ha sucedido es en buena medida porque nuestra oposición, distraída con el escándalo fácil y con tropos reciclados desde 2006, no logró constituir un bloque legislativo sólido y no pudo convencer a la población de que la militarización es una mala idea. Y como van las cosas, bien les irá si llegan a 2024 sin perder posiciones legislativas.
Montada en una estrategia de trasheo que pasa por vociferar sin ton ni son críticas salvajes, la oposición en México no busca convencer a independientes o a simpatizantes del presidente: simplemente predica para su coro.
Al trashear o vociferar sin ton ni son, la oposición exhibe ante quien quiera verlo la baja calidad o lo trashy de muchos de sus representantes y de su actual proyecto. Demostrando así que aunque es materia de discusión si AMLO merece el título de ‘rey del cash’, actualmente ella es, por decisión propia, una reina del trash orgullosa e indiscutible
Associate Lecturer en Filosofía (Universidad de St. Andrews)
Twitter: @asalgadoborge