Rebelión
Nacional

“La poesía, un salvavidas y un motor de esperanza”: Guadalupe Morfín

Guadalupe Morfín ha encontrado en la poesía un espacio para la reconciliación. Durante varios años se desempeñó como ombudsman en Jalisco y fue de candidata a presidir la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Además, ha trabajado con colectivos de madres de desaparecidas en lugares como Ciudad Juárez.

No obstante, pese a la crudeza de su trabajo como funcionaria pública, ha sabido encontrar tiempo para dedicarse a la escritura. Autora de Tiempo de plantar olivos y Mansos diluvios, Morfín publica ahora Teología de las pequeñas cosas (Arlequín), un poemario escrito durante el confinamiento y a través del cual reivindica el poder de la literatura como una herramienta de vitalidad.

Usted ha desempeñado importantes cargos como funcionaria relacionada con los derechos humanos. ¿Qué papel tiene la poesía en su trabajo?

Para mí ha sido un salvavidas y motor de esperanza. Poco tiempo después de haber estado en Ciudad Juárez publiqué Tiempo de plantar olivos, un poemario escrito en ratos robados al descanso. Son poemas sobre lo que no dije en mis cargos públicos relacionados a derechos humanos, una especie de confesiones personales y ausentes en los informes. La poesía es una herramienta de vitalidad; nos permite echar raíz en tiempos de tormentas; es la posibilidad de decir lo doloroso, lo anhelante y lo que nos hace capaces de soñar.

¿Qué tipo de sensibilidad aporta la poesía al funcionario?

La literatura de Leonardo Sciascia, el escritor italiano, me ayudó a entender lo que sucede cuando la mafia toma el poder en un lugar como Ciudad Juárez, lo que sucede cuando hay un sector de la sociedad que clama por la pena de muerte. Leer a poetas como Rilke, Hölderlin o María Zambrano es un gran alivio porque nos obligan a mantenernos despiertos.

Algo de eso se conserva en Teología de las pequeñas cosas, toda vez que los poemas fueron escritos durante el confinamiento.

Estos poemas tienen una humildad similar a la del personaje de Ciudadela, la novela de Saint Exupéry, aquel hombre que hacía guardia y evocaba en sus escritos el bienestar que provocan las rutinas. Reconozco que es un libro escrito desde el privilegio porque pude enfrentar la pandemia en casa, las rutinas me permitieron mantener un sentido de realidad. A través de la palabra pude encontrar otra forma de ser solidaria. Un capítulo del libro se llama “En este caminar entre responsos” y es una forma acercarme a las madres de desaparecidos en este país de fosas, como Estado y como sociedad tenemos una deuda con ellas.

¿Qué tipo de respiro encontró en el confinamiento para escribir?

La pandemia me regaló la posibilidad del viaje interno y de poner a dialogar el tiempo externo con el interno. Pude revisar mis archivos físicos y del alma. Cuando se trabaja en derechos humanos se tocan muchos dolores, y a veces hay que barrerlos para eliminar rencores. La pandemia me brindó la posibilidad de la reconciliación.

Al final es un libro luminoso, ¿cómo encontrar la luz entre la oscuridad?

Soy una mujer sostenida por una familia amplia y por una comunidad de cariños que permite mantener la esperanza. Estoy agradecida con el contexto que me acepta como soy.

Hace más de veinte años fue titular de Derechos Humanos en Jalisco, ¿cómo ha cambiado la situación del país en esta área?

En algún sentido ha mejorado, producto de la visión de primero los pobres, lo que no comparto es la militarización. Desde la época de Zedillo como ombudsman, animé a mis colegas de distintos estados a protestar por la creación de una policía federal con cinco mil efectivos militares. Es muy distinta la formación entre ambas, el militar tira con un índice de letalidad mucho mayor, en esto hemos seguido muchos defensores de derechos humanos como Santiago Corcuera, Rocío Culebro, Édgar Cortés, José Antonio Guevara, el padre Miguel Concha; y se han sumado voces como Jacobo Dayán, Ernesto López Portillo, Sergio Aguayo. No estamos en contra de la Cuarta Transformación, sino de los aspectos que lesionan las posibilidades de una vida segura y digna.

¿Qué opinión tiene de la gestión de derechos humanos actualmente?

Lamento no ver en los organismos públicos ombudsman de la estatura de Miguel Sarre o Emilio Álvarez Icaza, Jaime Cinco en Sinaloa, o Luis de la Barreda en la ciudad de México. La gestión nacional está a cargo de alguien cuyo nombramiento fue muy cuestionado por ser militante del partido que está en el poder, aunque haya sido hija de una luchadora muy reconocida como doña Rosario Ibarra de Piedra. Sin embargo, no es algo nuevo, la autonomía se comenzó desde Soberanes.

Enlace a la fuente

Notas relacionadas

Organización Meteorológica Mundial prevé el primer episodio triple de “La Niña” del siglo XXI

Rebelion

PAN alista Asamblea para relanzar proyecto de país, reformar estatutos y cerrará filas con el INE  

Rebelion

‘Alito’ responde a críticas al Consejo Nacional del PRI: ‘No solapamos conspiraciones’  

Rebelion