Rebelión
Nacional

“Inu-oh”, la adaptación de Los relatos de Heike de Hideo

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).–Adaptada a partir de la novela Los relatos de Heike de Hideo Furukawa, Inu-oh (Japón, 2021), dirigida por el proteico Masaaki Yuasa, combina una serie de conflictos históricos y sociales del Japón feudal con tradiciones musicales y teatrales de alta cultura, como es el teatro Noh; el pandemonio que se arma este importante maestro del manga y de la animación, se complica más con una serie de elementos anacrónicos como sería el uso del heavy metal que interactúa con shoguns (comandante imperial), clanes, familia real, magia y fantasmas. Y más allá del virtuosismo visual, la crítica política a las instituciones del poder se deja sentir con la fuerza del gran humanista que es Yuasa.

Comienza como drama de venganza: manipulado por un poderoso samurái (guerrero), el joven Tomona destapa un tesoro submarino que lo ciega a él y mata a su padre, cuyo espíritu le ordena vengar su muerte; Tomona, no tan obediente como Hamlet, desobedece al progenitor, escapa, y en el camino se cruza con Inu-oh, el rey perro, un extraño joven que oculta la deformidad de su rostro bajo una máscara y se revela como un gran artista de danza con la música del teatro Noh. Siguen una serie de aventuras y extravagantes representaciones de estas artes en forma de concierto; Tomona, quien resulta que canta como roquero, cambia su nombre por Tomoari, por lo que el fantasma del padre no puede encontrarlo.

Un tanto como en el relato de Genji, la clásica novela río del Japón, en Inu-oh abundan personajes y episodios; con sensibilidad extrema y desbordante imaginación visual, Yuasa hace suyo el universo de Furukawa, autor con una riqueza narrativa que parece inspirada por García Márquez, combinada con la lógica poética de Borges y de quien apenas se han traducido unas cuantas novelas en lenguas europeas; el arte del manga hace posible que cuajen la magia del relato, no sólo de Furukawa, sino de los mitos y leyendas a los que se refieren las historias, esa saga que el anciano maestro de biwa –instrumento japonés parecido al laúd– comienza a narrar al principio de la cinta, a la manera de un rapsoda homérico; el paquete es enorme, seguramente no del todo al gusto de los amantes del manga clásico, que es menos estruendoso.

Aspectos del relato como la espada, que aparece en el tesoro del naufragio, y que representa la fuerza imperial junto con el espejo y la piedra (o joya), parecen fantasías rebuscadas, o leyendas como la de la búsqueda del Grial; corresponden,  en realidad, a objetos sagrados presentes en la conciencia de la espiritualidad japonesa, del sintoísmo vivo, de la sacralidad imperial. La libertad con la que juega Inu-oh causaría escándalo en otros contextos, pero la cinta de Yuasa hace evidente la densidad y el estatus de la animación japonesa, un arte que no debe tomarse a la ligera.

El recurso dramático de la máscara de Inu-oh, por ejemplo, funciona en diferentes registros: como signo de abuso y sometimiento del patriarca con los hijos, como escondite pues la vergüenza social puede ser apabullante, o como arquetipo de poder que conduce fuerzas y divinidades –maléficas si hay un mal uso, o benéficas si se saben respetar–. El mensaje de Yuasa, como director y artista, es mostrar a la música y a la danza como fuerzas dionisíacas que renuevan y transforman la realidad.

Crítica publicada el 8 de enero en la edición 2410 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

 

Enlace a la fuente

Notas relacionadas

Elecciones 2022: ¿Dónde se encuentran las casillas especiales en Aguascalientes?

Rebelion

“Me voy tranquilo, pero consciente que el Estado persigue a ciudadanos”: Lorenzo Córdova

Rebelion

PRD acusa a AMLO y Morena de irrupción en instalaciones del INE, pide frenar provocadores

Rebelion