Libro inclasificable, historias autónomas cuya conexión es una protagonista que puede confundirse con la autora: Myriam Moscona (1955). León de Lidia (Tusquets) se debe tanto a la memoria como la poesía, hay un ejercicio de reconstrucción que pasa por la historia de una familia, por el rastreo de un origen y una identidad.
Tras publicar hace casi diez años, Tela de sevoya, Moscona vuelve a los mismos territorios, pero no de la misma manera. Ahora lo hace con una intensidad mayúscula, la escritora habla en serio cuando dice que en León de Lidia dejó todo lo que tenía.
¿Cuál es el resorte que dispara León de Lidia?
Un primer antecedente del libro se remonta a hace diez años y algunas cosas más, cuando publiqué mi primera novela, porque pertenezco a la tradición de la poesía, Tela de sevoya, la cual tiene como escenarios, México, Bulgaria, España y Turquía. Después publiqué otras cosas, pero sentía que no había acabado de estar narrativamente hablando, en el mundo que se comenzó a dibujar en Tela de sevoya. Me hice muchas preguntas sobre si valía la pena regresar pues en el trabajo que me precede no tengo dos libros hermanos, pero me di cuenta que debía atender a un sentido de libertad y permanecer en ese universo porque todavía había cosas que decir. Te puedo confiar que dejé todo en León de Lidia, ahí están todas mis tripas.
¿La estructura fragmentaria obedece a que la memoria funciona por trozos?
Sí, la memoria es fragmentaria pero más allá de eso no hubiera podido encontrar otra forma de escribir, por eso es una novela no convencional. No se ajusta a lo que en la escuela nos dijeron que era una novela, pero ¿quién quiere escribir en el siglo XXI una novela tradicional? Por otro lado, debo decir que hay memoria, ficción y ficción de la memoria. También tuve como modelo lo que ocurre en la sonata, por eso el libro empieza con mucha velocidad y poca acción, después hay varios momentos donde se retoman ciertas cosas, es algo muy interno en ese sentido.
¿Esta musicalidad tiene relación con su trabajo como poeta?
En cuanto a la estructura no, respecto al manejo lenguaje sí. La pauta musical en un texto literario me importa, es una de las tareas de la escritura que más disfruto; es como sacarle brillo y darles mayor altura a las palabras, contrario con lo que sucede durante otras facetas que son más sufridas.
¿Cuáles son las partes sufridas de la escritura?
Muchas veces escribes con el puñal adentro de la tripa y eso no garantiza que el resultado sea bueno. Muchas veces quieres decir algo y en realidad dices otra cosa, y eso me ha llevado a querer tirar la toalla o a preguntarme sobre mis propios alcances. Me cuestioné mucho sobre la eficacia de narrar como lo hago en León de Lidia y ahora que la novela está entre los lectores se me rebelan ciertas zonas que no conocía. Al principio lo pensé como un díptico de Tela de sevoya, pero hoy estoy convencida de que no es así porque tiene una autonomía tajante.
¿Cuándo la memoria duele?
Decía un poeta: la memoria, ahí donde la tocas duele. Podemos hacer teorías sobre el tema, pero como respuesta te cito los versos de Jorge Manrique: “cómo se viene la muerte/tan callando;/
cuán presto se va el placer;/cómo después de acordado/da dolor;/ cómo a nuestro parecer/ cualquiera tiempo pasado/fue mejor.” No quiero decir que todo tenga que ser así porque incluso puedes carcajearte al recordar algo, pero me gustan esos versos.
El libro tiene cierto vaivén entre la melancolía y el gozo.
Durante algunos fragmentos me divertí y en otros me quebré. Hay guiños, diálogos con otros autores porque una parte de mi vida son mis lecturas. Me divertí mucho describiendo mi experiencia en la embajada búlgara. Sin duda hay líneas de mi vida, como la pérdida temprana de mis padres, pero no todo es autobiográfico. Al final lo importante es la emoción que desprende. La experiencia no es lo que te pasó, sino lo que haces con lo que te pasó; que tú como lector te reconozcas en lo que me sucedió.
¿Qué sensación tiene después de haber vaciado todo en León de Lidia?
Me siento como un guante volteado al revés y también le tengo mucha ilusión a la vida del libro. Espero encuentre lectores, lo mejor que le puede pasar a un autor es que la obra encuentre sus lectores. Yo no escribo best sellers ni me muevo en circuitos comerciales, de modo que mis lectores se miden por su calidad.