Rebelión
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El documental “Pablo Milanés” de Pin Vilar

MADRID (proceso.com.mx).- Luego de casi tres años de no cantar en Cuba, Pablo Milanés dio un concierto en La Habana, en julio pasado, como parte de su gira Días de Luz. La presentación inicialmente propuesta en el Teatro Nacional tuvo que ser trasladada al Coliseo de la Ciudad Deportiva, cuatro veces mayor que el primero, ante la oleada de protestas de sus seguidores y la campaña en redes sociales porque los boletos se habían agotado muy rápido.

El arribo al escenario en silla de ruedas era imagen de los agudizados problemas de salud del autor de “Yolanda”; pero no fue impedimento para que el público coreara con él sus canciones, en un concierto que se convertía en el de despedida en su tierra ante el público cubano, que era con el que mejor se sentía.

“Mis mejores recitales, los más abiertos y espontáneos, ocurren ante el público de mi isla”, dijo en una entrevista al periódico “Faro de Vigo”. 

El artista decía en el documental “Pablo Milanés”, realizado por su amigo Juan Pin Vilar en 2019, que había estado en Londres, en París, en muchas ciudades de España, “que son comparables con La Habana, pero no me llegan”. 

Disidencia revolucionaria

Cosa muy distinta fue su relación con el gobierno cubano. En distintas entrevistas y en dicho documental, el artista relata sobre su distanciamiento con el régimen en el que derivó la revolución de Fidel Castro, del trato injusto que recibió de éste y, pese a todo, cómo él se siguió sintiendo un “revolucionario”.

“Yo le canté a la revolución mientras creí en ella, ahora ya no, ya la critico. Ahora critico lo que se llamó revolución… Ya no es nada de lo que fue”, decía a un reportero de la televisión local Canal Sur Media, apenas en noviembre pasado, en un receso previo a su concierto en Andalucía.

Figura central en el movimiento de la nueva trova cubana, Milanés señaló que esa distancia con el régimen venía desde 1992. Sin embargo, fue particularmente crítico con la represión que desató las protestas por las precarias condiciones y el hambre en Cuba, en julio de 2021.

En su cuenta de Facebook escribió el 24 de julio, sin referirse directamente a las manifestaciones:

“Es irresponsable y absurdo culpar y reprimir a un pueblo que se ha sacrificado y lo ha dado todo durante décadas para sostener un régimen que al final lo que hace es encarcelarlo”.

Señaló que desde hace mucho tiempo venía expresando “las injusticias y errores en la política y gobierno” de Cuba. El autor de “El breve espacio en que no estás” continuó evocando que “en el año 1992 tuve la convicción de que definitivamente el sistema cubano había fracaso y lo denuncié”.

Mostraba su confianza en “el pueblo cubano para buscar el mejor sistema posible de convivencia y prosperidad con libertades plenas, sin represión y sin hambre”. Y creía que los jóvenes, con ayuda de todos los cubanos, “deben ser y serán el motor del cambio”.

En septiembre, Milanés fue parte del centenar de artistas e intelectuales cubanos que suscribió un manifiesto por impulsar cambios en la isla “dentro de un espíritu de soberanía, inclusión y respeto al ser humano, a su dignidad y aspiraciones más básicas”. Y para su entrevista con la televisión andaluza, el autor de “Yo pisaré las calles nuevamente” confesó:

“Me da mucha pena que en otros países no reconozcan lo que está pasando en Cuba (…) Estoy harto que me digan que Cuba es ideal. Cuba no es lo que fue, ni sombra de lo que fue. Lo dije antes de lo que están haciendo los jóvenes (las manifestaciones de julio pasado), en el 92 empecé a decir que el sistema había fallado, y lo denuncié que el sistema había fracasado absolutamente.”

Afirmaba que es “falso” el concepto que las personas poseen cuando desde países desarrollados o en América Latina “ponen a Cuba como ejemplo de democracia, honestidad, de justicia, es falso. Es hora ya de que los países desarrollados de Europa reconozcan cómo está Cuba, que se pongan al lado del pueblo cubano; el hambre que está pasando, las vicisitudes que está pasando, la falta de libertades que hay en todos sentidos. Es hora de que los países desarrollados de Europa reconozcan como está Cuba”.

Artista crítico

El cantautor, figura central de la cultura cubana, nació en Bayamo (este de la isla) el 24 de febrero de 1943, hijo del matrimonio del soldado Ángel Milanés y de Conchita Arias, modista. En su infancia, la familia se trasladó en La Habana para que Milanés pudiera acudir al conservatorio, en los años 50, una década de oro para la música cubana.

Siendo aún muy joven aceptó tener su primera presentación ante el público en St. John, pero como su música aún era desconocida, abría su presentación con “El día”, del yucateco Luis Demetrio, y luego continuaba con su repertorio cantando “Tú, mi desengaño”, que luego todo mundo entonaría por La Habana, remitía en el documental de Pin Vilar,

Ahí, Milanés relató que “cumplía con mis deberes ciudadanos y como revolucionario también”; pero “se estaba operando cierto orden represivo (en Cuba) que a mí no me gustaba”. De hecho, cuando fue convocado por el gobierno para cumplir con el servicio militar, se llevó una sorpresa porque lo destinaron a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), que describe como lo más parecido a un campo de concentración y de trabajo, donde recluían a homosexuales, a religiosos y a jóvenes de conducta no revolucionaria, donde se pretendía reeducarlos.

 “Para un muchacho de 23 años, aquello fue brutal”, dijo en la cinta.

Escapó, se entregó y fue recluido en la prisión de La Cabaña, donde estuvo un mes y medio, para después ser llevado al campamento de fugados en la provincia Camagüey. En “Pablo Milanés” sostuvo:

“No fue por homosexual, no fue por drogadicto, no fue por contrarrevolucionario. No, fue por mis opiniones que tenía respecto a la revolución, a partir de un revolucionario, y que era yo bastante liberal para decirlo dondequiera que lo estimaba”.

La primera ocasión que tocó aquel tema espinoso fue en febrero de 2015 para “El País”, poco antes de iniciar su gira Renacimiento, donde calificaba a las UMAP del régimen como una “medida represora de corte puramente estalinista”. Como pasó dos años ahí, “sin explicación”, dijo que seguía esperando le pidiera “perdón el gobierno cubano”. En efecto, apuntó:

“Allí estuvimos, entre 1965 y finales de 1967, más de 40 mil personas en campos de concentración aislados en la provincia de Camagüey, con trabajos forzados desde las cinco de la madrugada hasta el anochecer, sin ninguna justificación ni explicaciones, y mucho menos el perdón que estoy esperando que pida el gobierno cubano. Yo tenía 23 años, me fugué de mi campamento, me siguieron 280 compañeros presos más de mi territorio, y fui a La Habana a denunciar la injusticia que estaban cometiendo.

“El resultado fue que me enviaron preso durante dos meses a la fortaleza de La Cabaña, y luego estuve en un campamento de castigo peor que las UMAP, donde permanecí hasta que se disolvieron por lo escandaloso que resultó ante la opinión internacional (sic)”.

Y aclaraba que no se hallaba “arrepentido” por haber apoyado al gobierno castrista, sino más bien “defraudado por unos dirigentes que prometieron un mañana mejor, con felicidad, con libertades y con una prosperidad que nunca llegó en 50 años”.

Tras esa experiencia que guardó durante años, a fines de 1967 y principios de 1968, Milanés volvió a la música y participó en un nuevo movimiento con Silvio Rodríguez y Noel Nicola, entre muchos otros, lo que se denominaría la Nueva Trova Cubana, donde destacaban unas letras poéticas y de enorme compromiso social. 

Sabio y escéptico

En la entrevista con la televisión andaluza recuerda que “antes de la nueva trova había otro grupo que cantábamos por las esquinas, donde podíamos, una especie de jipis trovadores. En el 68 nos reunimos en la Casa de las Américas, un recinto oficial, y a eso fue a lo que se le llamó la Nueva Trova Cubana, pero ya habíamos empezado desde el 62. De hecho, se hizo ya antes”.

Ese grupo, que se reunía en sitios públicos, reunía a tanta gente, que llegó a ser disuelto por la policía.

Al final, Pablo Milanés residió en Vigo (noroeste de España) desde 2014, junto a su última esposa y mánager, la historiadora española Nancy Pérez Rey, donde fue atendido por los médicos conforme avanzaban las complicaciones de su salud. Incluso, le fue practicado un trasplante renal ese mismo año, gracias a la donación de riñón de su esposa.

En esta ciudad portuaria gallega le dijo al “Faro de Vigo” que “la música es todo para mí, la mejor forma que encuentro de expresarme, la mejor manera de sentir e incluso de pensar. Creo que los músicos contamos con otro lenguaje muy especial, que nos permite comunicar, eso es algo único”.

En 2017, el cantautor y su familia se trasladaron a Madrid para tratarse de un tipo de cáncer que afectaba su respuesta inmunológica. Lo único que no detuvo fue seguir trabajando en su música, incluso compuso material inédito durante la pandemia. Precisamente en el documental a su amigo Pin Vilar subrayó:

“De las cosas que yo pensaba cuando joven, que es natural, eran de un idealismo extraordinario, ya no se dan cuando tú eres más maduro y sabes lo que pasa. Ya cuando llegas a eso y te conviertes en un sabio de ti mismo, ya eres más escéptico y no cambias nada, simplemente sobrevives y haces lo que sabes hacer”.

El 12 de noviembre, fue internado en un hospital madrileño, hasta su fallecimiento diez días después. De su gira Días de Luz fueron pospuestas las fechas anunciadas en Pamplona, Ciudad de México y Santo Domingo, que no llegaron a ser.

A su muerte, Vilar dijo a la agencia francesa de prensa (AFP), que Milanés era un ser humano que “te enseña a querer, a ser solidario (…) a disfrutarla amistad sin condiciones”. Y citó lo que le decía Pablo Milanés: “El rencor entristece y yo quiero ser feliz”. Milanés falleció en España el 22 de noviembre por cáncer y fue enterrado el jueves 24, lejos de Cuba, en Madrid, el miércoles pasado. 

 

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