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“Pertenezco a una minoría de la cual solo se espera que muera”: Camila Sosa Villada

El prestigio es algo que poco importa a Camila Sosa Villada (Argentina, 1982). Autora de Las malas, la narradora y actriz vuelve para demostrar que el Premio Sor Juana Inés de la Cruz obtenido en 2020 no fue casualidad.

Su libro de cuentos Soy una tonta por quererte (Tusquets), la muestra como una escritora capaz de ir de la ciencia ficción a la autoficción con soltura y sin perder la agudeza que la caracteriza.

Consciente de que es un personaje inusual en la literatura latinoamericana, la escritora trans ha sabido usar eso a su favor y lo reconoce sin remordimiento alguno.

De alguna manera el prestigio literario te ha llegado de manera intempestiva. ¿Cómo lo llevas?  

No pienso en eso, pongo atención en las ganancias económicas, son importantes y vitales para mí. Mi origen es campesino, gente explotada, mal pagada. Pasé muchas dificultades en mi juventud. El prestigio me vale madres. Empecé a actuar en 2009, después tuve la posibilidad de estar en programas de televisión muy vistos y de participar en telenovelas muy exitosas. Hubo algo que no me pareció y regresé a mi ciudad, porque todo sucedió en Buenos Aires. Con la literatura pasó lo mismo, me tomé mi tiempo, fui paso a paso. Nunca vendí mí alma a ninguna productora ni a ninguna editorial donde no me sintiera cómoda. Solo me interesan las críticas buenas porque me ayudan a vender más libros, no por el prestigio que es algo muy heterosexual, de clase media, de gente que tiene otras cosas.

¿Y los premios como el Sor Juana Inés de la Cruz, que ganaste en 2021? 

Los recibo con agradecimiento porque además estoy en un grupo de escritoras en el que figuran Almudena Grandes o Claudia Piñeiro. Pero a la vez si no estuviera no pasaría nada.

¿Te sientes dentro de ese club de esas escritoras?

Efectivamente porque tengo el premio. Sin embargo, no es un ambiente en el que me sienta cómoda, por una cuestión de clase o de género.

¿Después de lo bien que te fue con Las malas, sentiste presión para escribir Soy una tonta por quererte?

No se esperaba que sobreviviera. Pertenezco a una minoría de la cual solo se espera que muera. Cuando salió Las malas se decía que era un invento de Juan Forn, que la novela la había escrito él. Con Soy una tonta por quererte pensaba en demostrar que sí soy auténtica, eso me presionaba mucho, por suerte salió todo bien.

Eres más que una escritora de historias de travestis.

Sí, pero no importa la semántica y el tema, me importaba la manufactura de la escritora. Voy a escribir sobre travestis porque me parecen mucho más interesantes que las personas comunes o normales.

¿Qué dificultades te plantearon estos cuentos?

Los cuentos son más breves e implican pasar menos tiempo con los personajes, pero no fue ni más ni menos difícil que escribir Las malas, El viaje inútil o escribir poesía. Trabajé con otra editora, Liliana Viola, es una editora con la que me gusta mucho trabajar, es muy severa y exigente.

En los cuentos te adentras en la ciencia ficción y en la autoficción.

En una novela tendría que haber tenido que elegir entre determinados personajes y anécdotas. Los relatos me permitieron crear todo un abanico de personajes, historias, sentimientos, ambiciones, rencores y peligros.

¿Te consideran un personaje, más allá de la escritora y artista que eres?

Eso habría que preguntárselo a las demás personas. Entré a la literatura como pidiendo disculpas, como diciendo yo también escribo y traigo este mundo conmigo. Tampoco es algo que me interese. No me duele ni me agrada que piensen así, entiendo que soy un personaje inusual en la literatura y creo que juega a mí favor ser diferente.

Al principio de la entrevista hablaste del dinero. No es común que los escritores hablen de eso.

Siempre he sido así. No me ha tocado defender nada porque nunca tuve nada. Estoy contenta con eso y siempre fue así. Durante mis primeros pasos como actriz tenía que trabajar como una hija de puta para poder cubrir los gastos. Viví en una pensión, después me pasé a un departamento y ahora vivo en uno más grande. Todo es ganancia e inesperado. Incluso he sobrepasado el promedio de vida de una persona trans en Latinoamérica que es de 35 años. Ahora las cosas están un poco mejor para las nuevas generaciones, pero ha sido un trabajo enorme el que han hecho las travestis más viejas, entre las que me incluyo, aunque fui como el último coletazo, me tocó vivir ese mundo espantoso y persecutorio y pasar un mundo de derechos, con todos sus bemoles.

¿Es por la persecución el nivel de edad tan bajo?

Lo más significativo es la pobreza: no tener nada ni poder ir a un hospital para hacerte estudios de corazón, sangre o azúcar. A eso sumemos la violencia masculina, las depresiones y la tristeza, son muchísimas las que se quitan o quitaban la vida.

¿Qué tipo de apertura ves en el transgénero y queer? 

Te hablaría desde un privilegio enorme, porque estoy publicando en Planeta. Ahora tengo un nombre y dinero, no sé su pasa igual con otras escritoras trans. Me gusta mucho Claudia Rodríguez, es una escritora travesti chilena; desde hace mucho insisto a editoriales para que la publiquen y lean, pero no me hacen caso. Es injusto hablar desde mi privilegio. Lo importante es que muchas han empezado a escribir y eso tampoco se esperaba que pasara. Se insiste en que solo hablemos de nuestro dolor y de nuestra experiencia de género, pero creo que necesitamos inventar criaturas, mundos, hacer ficción. El debate lo tenemos que dar en la ficción y eso llevará un poco más de tiempo.

¿Para publicar te ayudó lo que hiciste en la televisión?

Claro. Además, publicaba en mis redes, las pequeñas editoriales que fueron las que pusieron el ojo encima. Veían cómo reaccionaban quienes me leían: tenía 10 mil “me gusta”, 5 mil replicaciones.

Eres la escritora travesti con más visibilidad en América Latina.

Supongo. Sasha Palencia y Valeria Vegas, en España, están muy bien, pero somos muy pocas y cada una hablando de cosas muy diferentes: Sasha es filósofa, Valeria es periodista y yo hago ficción.

¿Qué piensas de la literatura de Paul Preciado? 

Paul Preciado hace un tipo de lectura del mundo que tiene mucho que ver con ser europeo, con un tipo de imposición que ignora toda cuestión indigenista del travestismo en América Latina. Nosotras estábamos desde antes que llegaran los españoles y el catolicismo. Su lectura es a partir de lo que ellos ven, hacen catalogaciones de cómo se es ser trans, eres transgénero si pasan determinadas cosas en tu cuerpo, si intervienes de determinada manera. En Latinoamérica no era de esa manera, éramos sencillamente travestis y punto, como somos “tontas” pensamos que eso nos representa y que eso nos contiene de alguna manera, pero nosotros siempre fuimos putos, maricones, más allá de que nos sintiéramos femeninas, más allá de que queríamos parecernos a actrices de cine, a nuestras madres, a nuestras amigas. Me resulta interesante en cuanto se sientan a pensar, pero no creo que sea para mí.

¿Qué piensas de la literatura de Pedro Lemebel?

Me gusta mucho como escribe, me conmueve y me parece un gran escritor. Roberto Bolaño lo definió como una de las figuras más interesantes de Latinoamérica. El tema es que siempre ha quedado arrinconado en su cuestión maricona, y está bien porque somos eso también. Hace poco salió una edición muy bonita de Pedro Lemebel, una colección de crónicas llamada Poco hombre, al final de ese libro tiene un pequeño epilogo que dice “Yo podría haber escrito mejor, pero me ganó tal cosa y tal otra, y yo podría haber usado bien los tiempos verbales, pero quise hacer otra cosa”. En verdad es un gran escritor, pero claro como es maricón… Creo que es uno de los mejores de Latinoamérica, de los más interesantes. Me parece superior, adelantado, brillante, inteligente.

¿Cuántas veces has cantandoSoy una tonta por quererte”?

Muchísimas, porque Billie Holiday es mi diva mayor. Cuando teníamos que elegir el título del libro, teníamos muchísimas opciones y Soy una tonta por quererte tenía algo un poco cursi, a mí me gusta que sea así.

¿Cuántas veces te lo has dicho a ti misma? 

No sé, porque eso fue hace muchos años. Hace mucho que no tengo una pena de amor, la última fue en 2016. Ya nunca más volví a sentir algo así, es un sentimiento que ya no me toca. Ahora en vez de decir soy una tonta por quererte, diría soy una tonta por amar, por tener un sentimiento así. El amor dejó de ser puro y bueno, ya no existe más ese sentimiento como se creía en la literatura hace mucho tiempo.

¿El amor está sobrevalorado?

Sí, lo creo. Absolutamente.

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