Imposible no celebrar la reedición de Desayuno de campeones, la novela más delirante y personal de Kurt Vonnegut. Celebramos también la publicación de Alberca vacía, un libro inclasificable pero entrañable de Isabel Zapata. Seguimos con Somos, la nueva novela de Fernando Viveros. Para terminar, la conmovedora obra El hilo de Miriam de Cesia Hirshbein.
Kurt Vonnegut. Desayuno de campeones. Blackie Books. Trad. Miguel Temprano García. 293 pp.
Desayuno de campeones es la novela más personal, satírica y disparatada del incomparable Kurt Vonnegut. Una suerte de historia abreviada del siglo XX estadounidense en particular y de la humanidad en general, contada (e ilustrada) para niños o extraterrestres por un loco, que bien podría ser el creador del universo. La publicó originalmente en 1973, cuando ya era un escritor consagrado, y narra en un juego de cajas chinas el encuentro entre un grupo de personajes tan estrafalarios como entrañables con el escritor que los inventó.
Isabel Zapata. Alberca vacía. Lumen. 129 pp.
No son cartas febriles, aunque en todas late una intensidad dulce y melancólica. Juntas componen una cartografía diversa: van de la traducción a la maternidad y la pandemia, de los subrayados como formas de ternura al germen de futuro que se incuba en toda alberca vacía. Encontramos también una historia de las virtudes perrunas, un pequeño tratado sobre la libertad y el decoro a propósito de los bufets, y una lección, a vuelo de pájaro, sobre las posibilidades de migrar dentro de nuestra propia casa.
Fernando Viveros. Somos. Caligrama. 143 pp.
Novela que plantea una historia de amor a la Tierra y la Luna. Los personajes gozan y sufren la disyuntiva entre buscar fuera del planeta la sobrevivencia humana o utilizar la imaginación para resolver los problemas de nuestro mundo. El escritor mexicano presenta una obra distópica que confronta las contradicciones de la época contemporánea.
Cesia Hirshbein. El hilo de Miriam. Ediciones del lirio. 196 pp.
Inspirada en hechos reales, Cesia Hirshbein hila la historia de Miriam, quien vivió en Polonia justo en los años más álgidos de la segunda guerra mundial; ella y su familia fueron trasladados en trenes a diversos campos de concentración en donde trabajaron en diferentes oficios de manera forzada y experimentaron todo tipo de vejaciones.