CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El traslado del control de la Guardia Nacional (GN) a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, ordenado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), es para la Sedena el peor de los escenarios previstos desde que el Ejército comenzó a organizar ese cuerpo armado al inicio del gobierno de la Cuarta Transformación.
De acuerdo con una evaluación de la propia Sedena, sobre los efectos de la decisión del máximo tribunal, obtenida por Proceso, el traslado operativo y administrativo de la GN –de la Sedena a la dependencia civil– implicará la pérdida de experiencia institucional, se abren las puertas a la corrupción y a la indisciplina, crecen las probabilidades de fracaso en las operaciones y se terminará debilitando a la corporación.
Presuntos escenarios
En un ejercicio de prospectiva, “imperativa” por la decisión de la Corte, la Sedena elaboró seis escenarios de lo que puede ocurrir tras la resolución que declaró inconstitucional que la GN permanezca como una fuerza bajo el control militar.
El primero es la corrupción. Con mandos civiles, sin experiencia ni formación profesional, ética y moral, la GN podrá ser vulnerable a esos actos, advierte.
El segundo se refiere al desaprovechamiento del tiempo de servicio. La Sedena considera que la fuerza de la GN tiene una experiencia de 13 a 48 años. Alerta que también se perderá en el adiestramiento y la experiencia para el manejo de recursos humanos y materiales que tienen los militares asignados a la Guardia Nacional.
De acuerdo con la institución militar, el tercer escenario es que la delincuencia organizada podría sobornar a mandos de la nueva corporación. Como cuarto, expone que el cuerpo armado se debilitaría “quedando propensa a que personal sin experiencia ocupe puestos de mando intermedio y superiores”, lo que podría derivar en “la toma de malas decisiones”.
Los últimos dos escenarios se refieren a la mala planeación de las operaciones, “sin una metodología basada en la doctrina, que permita obtener resultados positivos”, así como al “incremento de actos de indisciplina y accidentes por la falta de una adecuada supervisión y orientación por parte de los mandos de todos los niveles”.
Para la Sedena, el proceso de consolidación de la Guardia Nacional se basó en la transferencia del “personal con las más amplias y altas capacidades” y da cuenta de que hay 35 generales y 343 jefes, mientras que de las jerarquías menores hay dos mil 486 oficiales y 11 mil 43 sargentos primeros y segundos.
Asegura que, con la experiencia de las primeras tres jerarquías, en la GN se permitió “mantener la disciplina y permear en los integrantes los principios, valores y conocimientos para desempeñarse con lealtad, disciplina, honradez y disposición permanente de servicio”.
Expone que, bajo el mando castrense, la GN ha contribuido con 27% de los resultados totales en el combate a la delincuencia en todos los rubros. Aunque destacan su participación en labores de rescate a personas, con 88%, y en aseguramiento de dinero, cartuchos, vehículos, aeronaves y detenidos (47%).
Para la capacitación, el Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos han dado 17 cursos a un total de 200 mil 343 efectivos, entre adiestramiento de reacción contra emboscadas, búsqueda y localización de artefactos explosivos y el básico de Policía Militar.
La apuesta del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es que la GN se convirtiera en el pilar de la seguridad pública del país, sólo si se mantenía bajo el control de las Fuerzas Armadas, adscripción que rechazó la SCJN al resolver que la Constitución establece que la seguridad pública debe ser una función a cargo de la autoridad civil, aun cuando haya participación castrense.
Texto publicado en el número 2425 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 23 de abril de 2023.