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La compositora María Granillo estrena mundialmente su Concierto para Arpa

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Como parte de su proyecto “El cuerpo sonoro”, en el cual estudia y reflexiona sobre la relación entre el sonido y el cuerpo humano, la compositora María Granillo creó el Concierto para Arpa “Danzas de los espíritus animales”, la primera composición hecha en nuestro país para este instrumento.

La obra, dedicada a la arpista mexicana Mercedes Gómez Benet, será estrenada a nivel mundial este jueves 17 de noviembre, a las 20:00 horas, por la reconocida intérprete y la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León, bajo la batuta de su director artístico Eduardo Diazmuñoz, en el Teatro Universitario de dicha institución universitaria.

Doctora en Artes Musicales por la University of British Columbia, de Vancouver, Canadá, profesora de la Facultad de Música de la UNAM, de la cual es egresada, y Medalla Mozart 1996, Granillo explica vía telefónica a Proceso que inició su proyecto hacia finales de 2018, con apoyo del Sistema Nacional de Creadores, con el propósito de estudiar la relación o el impacto de las emociones en el cuerpo y viceversa.

Durante el proceso creativo, cayó en sus manos el Tratado de las Pasiones (Les Passions de l’âme), escrito por el filósofo francés René Descartes en 1649:

“En este texto, el filósofo discurre sobre las relaciones entre las pasiones, el alma y el cuerpo. Es un escrito muy interesante, en él menciona a unos entes sutiles a los que llama espíritus animales que viajan por la sangre y permiten, provocan o incentivan la comunicación entre el alma, la mente y el cuerpo. Entonces él, de manera filosófica, plantea este concepto de los espíritus animales como estos espíritus que viajan por todas nuestras conexiones”.

A decir de la compositora, nacida en Torreón, Coahuila, en 1962, el libro describe de manera rudimentaria el funcionamiento del sistema nervioso, pero también sugerente pues la idea de la existencia de los espíritus animales le parece “muy poética para la música que quería hacer”: una obra que hablara de las emociones e incluso que las motivara:

“Es una lectura poética o metafórica de todas estas ideas que llevo a la música que es tan abstracta. Me funcionan muy bien este tipo de trabajos sobre conceptos extra musicales, que se vuelven detonantes para escribir mi obra. Entonces organicé mis ‘Danzas de los espíritus animales’ buscando emociones contrastantes”.

El concierto está dividido en cuatro movimientos o danzas: Danza Exultante, Danza Ansiosa, Danza Furiosa y Danza Erótica. Nombres “muy sencillos” para “emociones bastante complejas, contrastantes y polifacéticas”, dice la compositora, quien detalla que primero escribió las partituras y luego buscó a Gómez Benet, amiga suya desde hace tiempo, con quien comenzó a revisar las partituras:

“Ella leyó la música y me hizo varias observaciones en cuanto a la escritura para que fuera más apegada a lo que se podía lograr en el arpa; me dio muchas ideas sobre aspectos que de pronto resultaban muy difíciles y vimos la manera de hacerlos más fluidos en el instrumento, pues el arpa es un instrumento solista, pero está inmerso en la orquesta. Y la orquesta es una caja maravillosa de colores con la que se puede jugar”.

Para Gómez Benet, la obra tiene mucho carácter, mucha fuerza. Granillo dice al respecto que tiene momentos muy intensos sobre todo en la Danza Furiosa, la Exultante “es muy alegre, como un baile”, y en general, precisa, busca con todas impulsar el movimiento del cuerpo. Pensó desde el inició en escribir este concierto para el arpa y no otro instrumento, porque no obstante que es un instrumento difícil “su sonido es suave y a la vez fuerte y expresivo”, además hay muchos conciertos para otros instrumentos como el violín o el piano, y para el arpa no.

“Mercedes me decía que es el primer concierto escrito por una mujer mexicana para el arpa, yo digo que no es una competencia o algo así, se me antojó escribir al arpa porque me gusta mucho ese instrumento. Y a nivel conceptual tenía la idea de las obras del Cuerpo sonoro. Tengo otras obras donde reflexiono sobre la relación entre el cuerpo y la máquina, cómo la máquina puede ayudar al cuerpo cuando algo no nos funciona y usamos prótesis o instrumentos mecánicos como un marcapasos o en fin”.

Sobre este punto menciona que recientemente pasó por unos eventos de salud y le hicieron varias resonancias magnéticas, “una prueba espeluznante donde sacan imágenes por medio del sonido”. En una especie de catarsis de sus experiencias con este equipo médico, escribió la obra “Resonancia magnética”, para violín y piano.

El programa

Condena al archivo

Acerca del estreno mundial, Granillo relata que la obra estaba lista un poco antes de la pandemia para interpretarse por primera vez en la Universidad de California en Davis, Estados Unidos porque “Mercedes tiene contactos allá, de cuando realizó sus estudios”.

La pandemia interrumpió los planes, y la presentación se reprogramó para el 2020 precisamente con el director Eduardo Diazmuñoz, y se tuvo que posponer una vez más para el 2021, “todo fue infructuoso”. Finalmente ahora, que se comenzaron a reabrir las orquestas a los conciertos se estrenará este jueves.

Todas estas vicisitudes no son únicas, señala la compositora. De por sí es muy difícil lograr un estreno, y una vez que se realiza, es aún más arduo que se vuelva a tocar en algún otro momento.

Se le pregunta entonces si no resulta un nulo aliciente para los compositores mexicanos.

Dice que recientemente ha habido ciertos directores que se interesan por la música mexicana, menciona como ejemplo a Rodrigo Macías, director de la Orquesta Sinfónica del Estado de México, “quien ha hecho un trabajo maravilloso de encargo de obras”, y lleva tres años encargando obra. A ella le pidió una, precisamente el año pasado durante la pandemia. Hizo una llamada “Leona”, que se estrenó en el Estado de México y se volvió a tocar en marzo de este año.

La cuestión, se le plantea, es por qué habiendo tantas orquestas en el país, desde las profesionales hasta las de niños y jóvenes del Sistema Nacional de Fomento Musical, por ejemplo, ocurre esta situación, cuando podrían encargarse obras a mexicanos constantemente. La realidad es que en los conciertos se repiten incansablemente obras como “Huapango” de José Pablo Moncayo, y ahora el “Danzón No. 2” de Arturo Márquez, a quien por cierto sí le han encargado ya varias obras para las orquestas infantiles, que se tocan con frecuencia.

Granillo responde que tiene que ver con el interés y con la educación de los funcionarios quienes en muchas ocasiones “agarran sus dos caballitos de batalla y no los sueltan”. Y uno de los problemas que enfrentan los compositores es la falta de un representante artístico que promueva sus obras, son ellos mismos los que además de investigar, componer, en algunos como ella dar clases, deben de llevar sus composiciones con los directores:

“Hacer filas y antesala, una vez fui a la Sinfónica Nacional y la persona que me atendió, me dijo: ‘no, los compositores mexicanos son para septiembre y las mujeres para marzo’. Estamos fritos, para que realmente se promoviera la música mexicana se necesitaría que en cada concierto se interpretara, por lo menos, una obra mexicana, pero toda, no nada más la de dos compositores”.

Remarca que no puede ser sólo trabajo de los compositores, sino que los funcionarios, los programadores de las orquestas, deben hacer su trabajo, investigar y así conocer la música mexicana que se está creando.

El concierto de este jueves, además del estreno del Concierto para arpa “Danzas de los espíritus animales”, incluirá otras tres obras de compositores mexicanos: “Angelus” de Miguel Bernal Jiménez, “Sarabanda de La hija de Cólquide” y “Sinfonía No. 4, Romántica”, ambas de Carlos Chávez.

 

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