Alma Guillermoprieto (1949) llegó al periodismo casi por accidente, “el accidente más afortunado de mi vida” ha dicho en más de una ocasión. Su intención era ser bailarina y para conseguirlo estudió en Estados Unidos y viajó a Cuba. Sin embargo, la crónica se atravesó en su camino y desde que la descubrió no ha dejado de ejercerla.
Gracias a títulos como Samba, El año que no fuimos felices, Los placeres y los días, Las guerras en Colombia, ha obtenido premios como el María Moors Cabot, Ortega y Gasset y Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Durante su participación en el Hay Festival Querétaro 2022, Guillermoprieto presentó su nuevo libro La vida toda (Debate), una antología que reúne parte de la mejor crónica estadounidense contemporánea. En entrevista, reconoce que es innegable que el periodismo vive un momento de cambio, no obstante, asegura que la disciplina sobrevivirá pues la sociedad, toda, necesita de la información.
¿Qué tipo de vigor encontró en la crónica estadounidense?
Los medios escritos en papel en Estados Unidos tuvieron una época de gloria que les permitió dedicar buenos presupuestos a la crónica. No es una cuestión de si es mejor o peor, simplemente la crónica tiene un costo elevado porque hay que financiar al reportero o la reportera durante un mes o más y hay que tener verdaderos editores. Eso solo lo podían costear medios con dinero como los estadounidenses, por eso ahí se da el auge de un tipo de crónica que sirvió de modelo de los años cuarenta a los noventa para los escritores latinoamericanos, quienes trabajan en medios más pobres. No es que los estadounidenses sean mejores, simplemente hacen una crónica muy rica que merece conocerse.
Los temas de las crónicas incluidas en su libro son variopintos, en contraste con América Latina donde el predomina el tema social.
Cierto, la crónica que presento es sobre la realidad al margen de las noticias. Quería un libro divertido de leer. La mayoría de los textos tienen mucho humor, creo que es atractivo no solo para jóvenes reporteros sino para el público en general.
Leila Guerriero ha cuestionado que la crónica latinoamericana se centre en temas de denuncia social, ¿cuál es su opinión en este sentido?
Leila como yo, además de muchos otros, sentimos la obligación moral de reportear lo que la sociedad quiere olvidar. En La vida toda hay una crónica de la masacre por parte de Los Zetas en un pueblo fronterizo con Estados Unidos. En determinado momento tuve la percepción de que si la vida fuera absolutamente trágica ya nos habríamos suicidado desde hace mucho. Los seres humanos sobrevivimos porque encontramos los rincones en donde está el amor, la fiesta, las farsas y las historias chuscas. Contar eso también es responsabilidad de los cronistas, entre otras razones para que nos lean y para que cuando hablemos de las tragedias espantosas que ocurren en nuestros países nos busquen. Tenemos un publico reducido en parte porque escribimos solamente sobre lo trágico de la vida, sin embargo, los lectores también quieren verse retratados más ampliamente.
¿A qué obedece esto: necesidad, mercado, rating?
No creo que sea una cuestión de mercado o rating, sino por la obligación moral que todos sentimos. Frente al silencio estamos como José Arcadio Buendía ante la masacre de los bananeros, quiere que se sepa, pero nadie quiere darse por enterado. Frente a la indiferencia nuestra obligación es ser testigos y contar.
Desde hace unos años y ante la ausencia de espacios en los medios tradicionales la crónica latinoamericana se trasladó a los libros. ¿El fenómeno llegó para quedarse?
No lo sé, esa fue la gran apuesta de Claudio López concretamente en Random House. Editoriales mexicanas como Almadía se encargaron de publicar crónica, creo que porque el género se encargó de retratar la vida toda. Si uno ve lo que hacen Leila Guerriero o Juan Pablo Meneses, nos damos cuenta de la amplitud de su registro. Esa fue la apuesta de las casas editoriales, falta ver si en verdad salen ganando en esto que tiene algo de heroico.
Ahora el periodismo está cambiando, ¿qué oportunidad tiene la crónica en este momento de reinvención?
Veo una gran oportunidad precisamente porque el periodismo cambia de formatos. Los medios y revistas en línea que todavía no ha encontrado cómo pagarles a los periodistas, pero sí los métodos para atraer público. Tengo muchas esperanzas en los nuevos medios.
Sin embargo, es una realidad la precarización del periodismo latinoamericano.
Por el momento sí, pero creo que tiene que cambiar. Eventualmente todo el periodismo será en la línea y no me canso de insistir, nosotros hacemos falta porque la sociedad necesita la información. Los empresarios, los políticos, todos necesitan la información. El periodismo no morirá solo necesita encontrar la forma de ser rentable.
¿Cuál es su opinión sobre el apoyo de fundaciones estadounidenses a medios de comunicación? ¿Cree que condicionan sus contenidos?
También el periodismo comercial condiciona sus contenidos. Nadie se puede dar baños de pureza en ese sentido. Las perspectivas ideológicas, los anunciantes, las personalidades de los editores, condicionan. Las fundaciones y organizaciones no gubernamentales seguramente sí condicionan hacia un enfoque de causas sociales, principalmente, y eso no me parece mal.
¿Qué opina de la polarización en los medios que se ve en México y en general?
En todo el mundo los medios no son ajenos a la sociedad sino parte de ella. No somos el enemigo, si la sociedad está polarizada, los medios tienen que estarlo.