La narrativa sobre el narcotráfico mexicano está llena de mitos, sostiene el historiador y académico británico Benjamin T. Smith.
Durante más de quince años, el investigador se ha dedicado a intentar descubrir cómo opera el mercado de los narcóticos en nuestro país, resultado de su trabajo es La droga. La verdadera historia del narcotráfico en México (Debate), un volumen donde alterna trabajo de archivo con testimonios de trabajadores implicados en un fenómeno marcado por la corrupción, la complicidad de entre autoridades y criminales, el racismo y la pobreza.
¿Cuáles son los grandes mitos sobre la historia del narcotráfico en México?
Son un montón y pueden verse en las series, las películas y los medios de comunicación; tienen raíces muy profundas. El mito central es que el mundo está dividido entre narcotraficantes que son malos, psicópatas, personas que quieren matar a los niños con sus drogas que son veneno; y policías que tal vez son borrachos o tienen problemas en su matrimonio, pero son buenos.
El libro plantea que el narcotráfico se sostiene por su relación con la economía, las autoridades y las fuerzas públicas.
A lo largo de la historia los estadounidenses han tenido una demanda increíble de narcóticos. Durante los ochenta casi 70 por ciento de la cocaína cultivada en Colombia, Bolivia y Perú, la tomaron los estadounidenses. Al mismo tiempo, la economía mexicana siempre ha sido más pobre en comparación con la estadounidense. La diferencia económica entre ambos países siempre ha sido un factor determinante.
A los mexicanos esto nos resulta conocido. ¿Se percibe igual en Estados Unidos?
Francamente en Estados Unidos no se piensa en eso, por eso la gente está produciendo amapola o transportando cocaína por la frontera. Tal vez los académicos lo conocen, pero la mayoría de la gente no repara en la economía cuando piensa en el narcotráfico en México.
¿Qué tan importante es para Estados Unidos mantener una narrativa hacia México de buenos y malos?
Es la base de un montón de instituciones en Estados Unidos, todos los sueldos y presupuestos de la DEA están basado en estos mitos. El ICE, con todo el Border industrial complex (Complejo industrial fronterizo) está basado en las mismas ideas y francamente la mayoría de los políticos norteamericanos lo creen.
¿Por qué en Estados Unidos sigue sin reconocerse la importancia del tráfico de armas?
El tráfico de armas es muy importante para el crecimiento de violencia y homicidios en México. En 2004 empezaron otra vez a vender armas automáticas en las tiendas de Estados Unidos, un año después los sicarios de los cárteles compraron y traficaron miles. Esto tuvo un impacto en México. Durante los noventa la mayoría de los homicidios en México se cometieron con cuchillos, machetes o eran estrangulaciones, apenas el 15 por ciento eran con armas de fuego. Ahora la situación es muy distinta, casi 80 por ciento se ejecutan con este tipo de armamento. Tal vez las drogas mexicanas están matando estadounidenses, pero las armas gringas son usadas para asesinar en ambos países. El poder de las empresas de armas es increíble.
¿Por qué siempre se habla de cárteles y capos mexicanos, nunca de los estadounidenses?, ¿cuáles son las diferencias de operación del narcotráfico entre ambos países?
Probablemente en Estados Unidos hacen más dinero y son informantes de la DEA. Es verdad que los medios no los llaman cárteles ni capos, pero sin hay redes de narcotraficantes.
¿Cuál es el interés político de no llamarlos de esa manera y dejar la nomenclatura para el sur?
Uno de los propósitos de hablar de una guerra contra las drogas es posicionar que el problema viene desde afuera de Estados Unidos, como si los extranjeros estuvieran forzando a los pobres ciudadanos americanos. La realidad es que el problema de las adicciones en Estados Unidos tiene relación con los sistemas de salud y de servicios psicológicos, si fueran más eficientes no habría tantos adictos muriendo por consumir fentanilo o metanfetamina. Admitir esto implica invertir más en el sistema sanitaria y menos en la DEA, las fuerzas policiacas y el ICE.
En el libro cuestionas la utilidad de la guerra contra las drogas declarada por Felipe Calderón, ¿qué percepción tienes de la política ejercida por López Obrador respecto al narcotráfico y tráfico de armas?
AMLO promueve “abrazos no balazos”, fue una propaganda muy buena, pero además ha trazado una serie de políticas muy interesantes. Ha hecho cosas que tal vez los medios mexicanos no están viendo. La mayoría de los homicidios los cometen jóvenes y sus programas para dar dinero, educación y becas, son muy importantes para disminuir el poder de los cárteles. Es importante y bueno que AMLO disminuya la injerencia de la DEA y las fuerzas americanas de México. Por otro lado, la militarización del país me preocupa mucho y debería preocupar a los mexicanos. El Ejército es una institución cerrada, no tenemos idea de lo que sucede en los campos, aduanas y puertos. Tener una institución como esa a cargo de la policía en tantos lugares en México es preocupante.
Se necesitan medidas a corto y largo plazos, ¿cómo conseguirlo?
En corto plazo es muy difícil. El nivel de homicidios ha bajado en estados como la Ciudad de México, Coahuila y Tamaulipas. Hay más colaboración entre el FBI y la policía mexicana, actualmente se hacen más trabajos de inteligencia sobre los grupos criminales. Es verdad también, que el nivel de homicidios en algunos estados ha subido, pero todavía hay que esperar para ver si esta nueva política de seguridad funciona. Estoy sorprendido que un lugar cómo la Ciudad de México, donde el jefe de policía es alguien como García Harfuch, quien tiene una historia y familia interesante, haya bajado el nivel de violencia y crimen. Me parece que algo está funcionando.
¿Qué lectura haces del Culiacanazo o la extradición de Cienfuegos?, ¿cómo se reconfigura la relación entre el crimen organizado y los gobiernos de México y Estados Unidos?
No sorprende que haya una serie de acuerdos no públicos especialmente entre el Cártel de Sinaloa y las autoridades de México, aunque no me atrevería a decir que AMLO está involucrado en esos acuerdos. Una muestra de que la DEA ha perdido fuerza en México es que no pudo retener a Cienfuegos, pero eso no sucede solo aquí, ha sucedido en Perú, Bolivia y Colombia, prácticamente solo opera en Estados Unidos, como fuerza internacional está casi muerta.
Al final del libro mencionas que mientras las drogas no sean legales en México, será muy complicado terminar con el narcotráfico aquí, ¿qué tan viable ves esto?
Uno de los secretos no hablados en México es que en los últimos diez años las adicciones se han convertido en un problema serio. En Tijuana, Ciudad Juárez, León o Guanajuato, puedes ver que hay montones de personas consumiendo metanfetamina o fentanilo. Falta infraestructura para atender a esta gente. México necesita reconocer y enfrentar este problema. No es suficiente legalizar las drogas, también se necesita de un sistema de salud y de servicios psicológicos sólido que permita mejorar la calidad de vida de las personas.