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‘En los tiempos modernos si el amor duele es malo’: Carla Guelfenbein

 Carla Guelfenbein (1959) asegura que al estipularlo todo, se destruye la concepción del amor. La narradora chilena no cree en las convenciones, ni en el amor que da la espalda al dolor y a convertirse en una pulsión vital. Su novela más reciente, La naturaleza del deseo (Alfaguara), nace como una respuesta a lo que ocurre durante el siglo XXI en términos de relaciones de pareja.

“S”, es una escritora que intenta reconfigurarse ante la pérdida de un hijo y el hundimiento de su matrimonio, en plena fase de reconstrucción conoce a “F”, un exitoso abogado que la lleva a redescubrir su propia sensualidad.

Arrebatada y en ocasiones delirante, la obra de Carla Guelfenbein es ante todo “una reivindicación de la pasión amorosa”, que como ella misma dice, va contra los tiempos.

 ¿Por qué escribir de la pasión y amores arrebatados, en tiempos donde el amor se reconfigura? Ahora se habla del fin del amor romántico o del poliamor.

Esta novela es una reivindicación de la pasión amorosa, quizás va contra los tiempos. Por otro lado, siento que es inmensamente revolucionaria. Se habla mucho del poliamor, como si fuera el gran descubrimiento, cuando en lo personal me parece una gigantesca trampa, no conozco algo más convencional relacionado al amor que el poliamor, el cual consiste en que cada pareja hace su propio acuerdo. Incluso firman que pueden tener encuentros con una tercera persona dos veces a la semana o una vez al mes. El objetivo de este tipo de convencionalismos es evitar el dolor. En los tiempos modernos el amor no puede doler, si duele es malo. Sin embargo, el amor romántico es doloroso, arriesgado, valiente, se necesita ser bastante heroico para entregarle al otro el corazón. Hemos destruido la concepción del amor estipulándolo todo y no dejando espacio para el heroísmo o la valentía.

¿Cómo entiende el amor romántico?

Es arriesgado, tiene pasión y deseo. Justamente la novela se llama La naturaleza del deseo, porque hablo del deseo como ingrediente fundamental en el amor romántico, no el único, pero sí fundamental. El deseo es una etapa de transición entre no tener y tener, ahí transcurre; es un estado de expectación en el que el ser se está moviendo para saciar esa carencia, puede ser incómodo y doloroso.

En su novela el deseo parte de la pérdida y se mueve entre el eros y el tánatos.

En la novela la mujer ha perdido un hijo y un matrimonio; y la fórmula que ha encontrado para sobrevivir es la protegerse. Intenta no verse expuesta a ningún tipo de afecto que le produzca dolor. Mientras está instalada en el tánatos, el eros irrumpe en la forma de F, un hombre casado que vive en Chile. Ahí empieza una batalla en la que el eros gana espacio. Para mi el eros es más que el erotismo, representa su reencuentro con ella, con su cuerpo, sensualidad e identidad de mujer porque todas esas cosas estaban totalmente olvidadas.

¿Qué tipo de pulsión vital ejercen el deseo y el sexo?

Es una pulsión de vida, sin duda. La cultura occidental está atravesada por dos fuerzas: la vida y la muerte. Eros representa la vida, y creo que eso se nota en la novela, al final es el reencuentro que tiene ella consigo misma y con tantos aspectos de su ser.

A partir del deseo y la sexualidad empieza a reconfigurarse.

Absolutamente y él se asusta ante este nuevo ser que surge ante sus ojos.  Siempre intento huir de los lugares comunes en términos de que los hombres y las mujeres son de cierta manera. Muchos amigos me han confesado que se sienten terriblemente identificados con ella.

Esto es porque el sexo exhibe nuestras inseguridades y vulnerabilidad también.

Las relaciones pasionales son relaciones de poder. A lo largo de ellas, los roles son intercambiables. Descubren partes esenciales de la constitución emocional del ser, la relación amorosa es en la que quizá estamos más expuestos, por eso es tan peligrosa. Quizá por eso en el siglo XXI se dice que el amor no tiene que ser doloroso y que hay que encontrar todas las formas de aparentar libertad, sin embargo, eso no es verdad, porque la libertad es peligrosa.

¿El amor que no duele es signo de nuestros tiempos?

Vivimos en una cultura de la anestesia. El protagonista representa muy bien el siglo XXI porque tiene una vida increíblemente normada, es abogado exitoso, de buena situación económica, tiene familia, nietos, es prestigioso, sin embargo, tiene un vacío. Ese es el espacio que intentamos anestesiar. Se cuestiona sobre el sentido de la vida, una pregunta que siempre está pendiente.

¿Cuál es el sentido de la vida para usted?

No sé, creo que lo encontramos en las pequeñas cosas.  Creo mucho en el “otro”, en la generosidad, siento que ahí hay una manera que le da más sentido a la vida, pero no es la única. Escribir le da mucho sentido a mi vida, por eso nunca paro.

¿Cómo escribir las secuencias sexuales en tiempos donde se cuida mucho el lenguaje y se debe tener mucho cuidado en cómo se dicen las cosas?

Hacerlo fue uno de mis grandes desafíos porque podía caer en lugares comunes, en la vulgaridad, en quedarme corta, no decir y no mostrar, pero en este caso dejé la puerta abierta: entré y me senté a ser una suerte de vouyerista de esta relación. Soy explícita, pero desde un lugar del interior de ella, hay una mirada psicológica, pensante, que se emociona. Así pude hablar de sexo sin haber caído en lugares comunes.

¿Cómo le gustaría que fuera leída por los nuevos movimientos feministas latinoamericanos?

Soy completamente feminista, no concibo una mujer que no lo sea. Sin embargo, pero creo que las feministas históricas de alguna manera se han equivocado al hablar del sexo como una forma encubierta de violación. Hay muchas miradas desde el feminismo y estoy segura de que miles de feministas me acompañan con lo que digo, el sexo en mi protagonista la libera de su tánatos y de sus propios límites. Para mí, la novela es feminista, aunque reconozco que puede ser criticada por otros sectores del movimiento.

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