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“Corsage: La emperatriz rebelde”, la quinta película de Kreutzer

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La cineasta austriaca Marie Kreutzer recrea a la última emperatriz de Europa, Elisabeth Amalie Eugenie, como una mujer adelantada al siglo XIX que le tocó vivir y una luchadora incansable por la libertad en un momento que no podía expresarse, en la película de ficción “Corsage: La emperatriz rebelde”.

La protagonista de la historia es la luxemburguesa Vicky Krieps, quien obtuvo el premio por Mejor Actriz con dicho personaje en el pasado Festival de Cine de Cannes. Al parecer ella fue quien convenció a Kreutzer a realizar este filme de una figura ya muy reinterpretada en la pantalla grande y la televisión.

La idea se convirtió en el quinto largometraje de Kreutzer en coproducción con Austria, Alemania, Luxemburgo y Francia, el cual fue muy bien recibido en Cannes, San Sebastián y más festivales.

Es un inusual retrato de Sissi, como se le decía a la emperatriz, desde su bulímica, vigoréxica y depresión porque nunca encontró su lugar en la rígida corte de Viena, pero a la vez la muestra controvertida, fuerte, apasionada por la naturaleza y su gusto por montar a caballo, pero sobre todo la dibuja como luchadora por su libertad, ya que ni su esposo, el emperador Francisco José I la comprendía y además la dejaba sola.

El largometraje impulsa a efectuar paralelismos con muchas mujeres famosas como Marilyn Monroe o Diana de Gales, ya que como Elisabeth poseían sentimientos pero se les criticaba, juzgaba, señalaba y perseguía sin compasión alguna.

La película, que se estrena en los cines, empieza en la Navidad de 1877, cuando Elisabeth cumple cuarenta años y ocupa el cargo de primera dama de Austria. No posee el derecho a expresarse y debe mantenerse hermosa y joven para siempre. Asfixiada por las convenciones de su época y con un apetito voraz de saber y de vida, ella se rebela cada vez más contra su función en el conservador imperio austriaco.

Kreutzer escribió el guión con un ritmo muy ameno, el cual después enriqueció con los movimientos muy rítmicos y lentos de cámara y los constantes close up a la actriz Krieps que son muy importantes para mantener tenso al público.

Pero la cineasta igual se centró en una época de grandes cambios, ya que en lo último del siglo XIX en Austria, el nacionalismo fue muy fuerte y los pueblos húngaros y los checos estaban descontentos con el dominio austriaco.

En la cinta, Elisabeth ve el final de Austria, pero más bien necesita respirar fuera de la corte. También está al tanto de los avances tecnológicos, por ejemplo, en la trama se deja filmar por un cinematógrafo. Esas escenas son bellas.

El siglo XIX fue muy bien recreado en la cinta tanto en interiores como en exteriores. Y la fotografía de Judith Kaufmann atrae por lo cuidada y lograda que está, sin descuidar los detalles del estado de animo de Sissi.

En definitiva, el largometraje de 114 minutos sumerge al espectador totalmente a lo que sentía y pensaba Elisabeth e incita a tratar de comprender esos últimos años del siglo XIX. Y el círculo se cierra positivamente con la música de Camille.

También Colin Morgan, Florian Teichtmeister, Finnegan Oldfield y Aaron Friesz logran unos personajes perfectos y reales.

 

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