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60 plumas, 200 discos: lo mejor del rock mexicano en un libro

Hace poco más de diez años, en 2012 para ser más precisos, David Cortés y Alejandro González Castillo se dieron a la tarea de invitar a músicos y colegas para hacer 100 discos esenciales del rock mexicano. La selección no estuvo falta de polémica y controversia, pero lo cierto es significó un ejercicio inédito dentro una industria editorial poco enfocada a documentar el rock nacional.

Hoy los periodistas vuelven a las andadas: invitaron a gente como José Manuel Aguilera, Alonso Arreola, José Ángel Balmori, Enrique Blanc, JM Servín, Iván Nieblas, Ali Gardoki, Pilar Ortega, Julia Palacios, Sr. González, entre otros, para publicar 200 discos chingones del rocanrol mexicano (Rhythm Books). “Chingones en la forma clásica en la cual los mexicanos definimos aquello que posee un carácter superlativo”, escriben los autores en la introducción del libro.

“Al principio era renuente a hacer una continuación del libro anterior”, explica David Cortés. Recuerda que la idea comenzó en 2018 o 2019 por parte de Alejandro González Castillo. Por fin, en febrero de 2020 comenzar con lo que hoy consideran es una versión “corregida y aumentada”.

En esencia el libro nace por amor al rock mexicano, “tanto nosotros como los casi sesenta colaboradores invitados lo hicimos con ganas de generar información”, agrega González Castillo.

Conscientes de la insipiente bibliografía sobre rock nacional, Cortés, periodista con más de treinta años dedicados a documentar el género, apunta que a los grandes sellos no les interesan este tipo de productos. “Para hacerlo necesitarían creer en nosotros y en principio ni nos conocen. Sin embargo, tenemos mucha confianza en nuestro trabajo. En realidad, desconocen el interés real que existe por estos trabajos y la necesidad de documentar el rock mexicano”.

En todo caso, si existe un interés de las grandes casas matiza Alejandro, es por acercar a las grandes masas el rock de una manera más o menos literarias. “Por ahora no están listos para comprender un proyecto como este. Hay muchas ganas de varias plumas de comportarse como rockstars, de hacer una suerte de periodismo gonzo donde se resalten las facultades embriagantes del firmante y no el valor de la obra musical. Me parece bien que exista esa tendencia y genere dinero, sin embargo, este libro no forma parte de esa estirpe, tiene otro perfil, es una obra rigurosa y producto de investigación periodística”.

La selección incluye discos de Los Locos del Ritmo, Caifanes, Café Tacvba, Chac Mool, Juan García Esquivel, La revolución de Emiliano Zapata, Santa Sabina, Rebel’d Punk, Iconoclasta, Julieta Venegas, La Barranca, Ely Guerra, entre muchos otros. Sin embargo, al hacer una selección personal, los editores no esconden sus favoritos. David Cortés se decanta por El poeta del ruido, de Decibel; Dug Dug’s, de los Dug Dug’s; Sangre Asteka, de Sangre Asteka; Metal caído del cielo, de Luzbel; y Cómala, de Lázaro Cristóbal. En tanto que Alejandro González Castillo, escoge: Rock!, de Los Locos del Ritmo; Other Worlds Other Sounds, de Juan García Esquivel; el Volumen 2, de Los Nenas; y Hurbanhistorias, de Rockdrigo González.

“El criterio de selección fue democráticamente autoritario”, bromea David Cortés. Al igual que como sucedió con su primer libros, los periodistas hicieron una lista, pero en esta ocasión se dejaron asesorar para cubrir áreas como como el hip hop, la escena oscura, metal, emo y punk. “Nos suministraron de una lista pequeña y a partir de ello hicimos la selección. Una vez que teníamos los discos elegimos a los colaboradores que consideramos podrían hacerlo de mejor manera”.

La decisión de que sean 200 y no 100 o 300 obedece directamente a los autores. “Son los 200 que para David y para mí, están chingones y se acabó. Si alguien tiene otra lista que la haga. La nuestra está cobijada con el rigor periodístico y por estas casi sesenta plumas”.

¿Qué hace a un disco chingón? Cortés argumenta que la calidad, su trascendencia, el momento y si el artista se convirtió en líder de una tendencia sonora, además de la producción, las composiciones y la calidad interpretativa. “La mayoría de los discos incluidos se sostienen en el paso del tiempo, el asunto que es que para muchos algunos serán desconocidos. Mucha gente invoca al disco El ombligo de la Luna, como el nacimiento del etnorock, pero no todos lo han escuchado. De pronto cuando se habla de la evolución de rock femenino y no se cita a Secta suicida, en el siglo XX, un grupo lidereada por Zapa en una época en que ella era de San Felipe”.

“El contexto histórico es muy importante”, suma Alejandro González, “comprender lo que sucedía en el país en lo económico, político y social. Secta suicida es un grupo de los años noventa muy avezado de la periferia de la ciudad de México, un grupo liderado por una mujer en la escena hard core. Hay que revisar su discurso desde los ochenta cuando estaba en otro grupo llamado Virginidad sacudida, es importante hilar la historia y los textos abordan todo eso. Es importante conocerlo el desarrollo de la música en el país porque es reflejo del mosaico que es la sociedad mexicana”.

Pese al buen momento que vive el rock mexicano, los investigadores admiten que, al ser un país periférico, el rock local se mueve en función de las modas. “Estamos a la par de lo que sucede en otros países, aunque nos sigue faltando trabajar seriamente. Tenemos bandas de todo tipo, creo que estamos bien, el problema es que mediáticamente no estamos a primer nivel, me parece que regresamos a los setenta, a la etapa subterránea, solo que si entonces era por censura hoy es por una cuestión mediática, con todo el nivel de los grupos mexicanos es superior a lo que ocurría en los setenta”, explica David Cortés.

En el mismo sentido comenta Alejandro González Castillo, “a pesar de que vivimos a la sombra de lo que ocurre en el primer mundo y tendemos a hacer imitaciones, al mismo tiempo hay una forma de entender el rock totalmente a nuestra manera como lo hicieron Decibel, Los Nena, Rockdrigo González, Lázaro Cristóbal, sus discos pudieron haberse hecho en 1975 o en 2045 y siguen sonando igual, son unas gemas que solo pudieron haberse hecho en México”.

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