Por: Rogelio Muñiz Toledo
“La lucha debería ser por cambiar a México” – Damián Zepeda Vidales
El relanzamiento de la alianza opositora Va por México para las elecciones en los estados de Coahuila y México en 2023 y para los comicios federales y locales de 2024 se vio empañado por los acuerdos bilaterales entre el PRI y el PAN sobre la definición de las candidaturas a la presidencia de la república y a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Al más puro estilo del dirigente priista, en lo oscurito y al margen de uno de sus aliados, el presidente del PRI, Alejandro Moreno, decidió ceder al PAN la definición de las dos candidaturas más importantes del 2024 a cambio de que al PRI le tocaran las de 2023.
Sin tomar en cuenta a Jesús Zambrano, dirigente del PRD, Alejandro Moreno y Marko Cortés acordaron repartirse desde ahora las principales candidaturas para 2024 -la presidencial y la de la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, aunque al parecer el acuerdo incluiría también a las ocho gubernaturas que se elegirán el próximo año- mediante un esquema de cuotas que es ajeno a cualquier método democrático. Este tipo de acuerdos hacen que la propuesta de Movimiento Ciudadano de no ir con la alianza opositora PAN-PRI-PRD para las elecciones de 2024, cobre más sentido.
Mal reinicio para la alianza Va por México y mal augurio para la construcción de candidaturas opositoras fuertes, al menos desde esta plataforma partidista. El acuerdo cupular entre Moreno y Cortés es un incentivo más para impulsar la propuesta de Movimiento Ciudadano de ir solo en 2024 y para trabajar en la construcción de candidaturas ciudadanas al margen de los partidos políticos.
Inútil resurgimiento de Va Por México si, para los dirigentes del PAN y el PRI, la alianza sirve solo para repartirse las candidaturas entre sus partidos, y los principales puestos en los gobiernos donde obtengan el triunfo, y no para lograr la alternancia en la presidencia de la república y en los gobiernos de las entidades federativas y las mayorías parlamentarias para formar gobiernos de coalición e impulsar el cambio político en el país, postergado desde la elección del año 2000.
Los resultados para la alianza opositora en 2021 y 2022 fueron muy malos, como lo han reconocido, entre otros, los exdirigentes panistas Gustavo Madero y Damián Zepeda. En las elecciones locales de esos años la coalición Va por México presentó candidaturas a la gubernatura en 15 estados. En 2021 no obtuvo ningún triunfo y en 2022 solo ganó en 2 estados. La tendencia a la alternancia en el poder no favoreció a una supuesta coalición opositora en la que participaban los partidos gobernantes en 14 de esos estados y que no ofrecía una verdadera alternativa de cambio.
En las elecciones para renovar la presidencia de la república, el Congreso de la Unión y 11 gobiernos locales en 2023 y 2024 el escenario podría ser más favorable para Va por México que en las de 2021 y 2022. Sin duda lo será para las candidaturas ciudadanas que tengan como objetivo lograr la alternancia en el poder y el cambio político en 2024. En gran medida dependerá de cómo se construyan las candidaturas y de la oferta política que las sustente.
A pesar de no ser una alianza opositora, o tal vez precisamente por eso, la coalición Va por México podría beneficiarse de factores locales para obtener la victoria en 2023. Como sucedió en 2022 en Aguascalientes y Durango, en los estados de Coahuila y México -en los que uno de los partidos coaligados es gobierno, en este caso el PRI en ambos estados- tal vez el discurso de continuidad, y no el de cambio, le dé buenos resultados a la coalición PAN-PRI-PRD. En Coahuila, como en Aguascalientes, con un gobernador con buen desempeño, y en el Estado de México, como en Durango, con una candidatura más competitiva que la de Morena.
En los comicios federales y en los locales de 2024, en las que se renovará el poder ejecutivo en 9 entidades federativas, existe un factor que podría favorecer a Va por México: en estas elecciones sí podría presentarse como una alianza realmente opositora. De las 15 elecciones para renovar gubernaturas en las que participó la coalición Va por México en 2021 y 2022, en 14 era gobierno uno de los partidos aliancistas, lo cual dificultaba construir una alianza opositora con un discurso de cambio creíble.
En cambio, para 2024 el escenario político sí le permitiría a la coalición presentarse como una auténtica alianza opositora en 7 de esas 9 entidades federativas. Lo cual depende de cómo se construya y en quién recaiga la candidatura y de la propuesta de cambio. En esas 7 entidades federativas gobierna un partido que no formaría parte de la coalición: Movimiento Ciudadano, en Jalisco, y Morena en la Ciudad de México, Chiapas, Morelos, Puebla, Tabasco y Veracruz. En cinco de ellas los actuales gobiernos tienen malas evaluaciones. Solo en Guanajuato y Yucatán uno de los partidos de la coalición opositora es gobierno -el PAN- y sus gobernadores tienen buenas evaluaciones. Tal vez en esos estados -o al menos en Yucatán- Acción Nacional decida que sería mejor no ir en coalición, como lo hizo con éxito en Chihuahua y Querétaro.
Este escenario también es propicio para reafirmar la interesante propuesta de Movimiento Ciudadano de ir solo en el 2024 con candidaturas opositoras creíbles y con una propuesta socialdemócrata para abanderar el cambio.
Si los acuerdos bilaterales entre Alejandro Moreno y Marko Cortés sobre la distribución de las candidaturas terminan por definir quiénes serán las y los abanderados de la coalición en 2024, mediante cuotas acordadas por las cúpulas partidistas y decisiones políticas no democráticas tomadas en las dirigencias nacionales del PAN y del PRI, la alianza Va por México perderá las ventajas que este escenario le daría.
Los partidos políticos en México nunca se han caracterizado por definir sus candidaturas por métodos democráticos. Da cuenta de ello la gran cantidad de demandas que llegan al tribunal electoral en las que militantes se quejan de la imposición de candidaturas por parte de las dirigencias partidistas, particularmente cuando la decisión se toma en los órganos nacionales de los partidos. Entonces, ¿cómo creer en la palabra de los dirigentes del PAN y del PRI cuando dicen que este acuerdo es solo para establecer qué partido definiría el método y conduciría el proceso de selección de las candidaturas y no para que sean las cúpulas partidistas quienes pongan a los abanderados de la coalición a partir de los acuerdos tomados desde ahora entre ellos?
Lo mismo sucederá si las candidaturas a la presidencia de la república, a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México y a las 8 gubernaturas en el 2024 se definen –cual repartición de un botín- en función de la asignación de los puestos en el gobierno antes de los comicios, con el pretexto de acordar previamente a la elección la conformación de un gobierno de coalición.
Aunque desde la definición de la candidatura se decida formar un gobierno de coalición, la distribución de los cargos en el gabinete debe ser producto de acuerdos posteriores a la elección, a partir de la representación de cada partido con base en los resultados electorales y en consideración a las plataformas electorales y al programa de gobierno pactado entre todas las fuerzas políticas que decidan participar en el gobierno de coalición.
El acuerdo entre Alejandro Moreno y Marko Cortés sobre la distribución de candidaturas mediante cuotas para el PRI y el PAN, al que llegaron en forma subrepticia y excluyendo a uno de sus aliados electorales -el PRD- y a las organizaciones de la sociedad civil que impulsan la construcción de candidaturas ciudadanas competitivas para el 2024, hace imposible pensar en la formación de una coalición electoral opositora realmente competitiva, basada en un amplio acuerdo entre los tres partidos que integran la alianza Va por México y las organizaciones de la sociedad civil y construida para lograr el cambio político en el país.