Hace 46 años, convidados por Pedro Meyer, un grupo de amigos se citaba religiosamente los jueves por la tarde para charlar a profundidad de su pasión por la imagen. Bajo esa lucidez, empezaron a acariciar un proyecto común: crear una asociación de fotógrafos, la cual concretarían en el Consejo Mexicano de Fotografía (CMF).
La investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Rebeca Monroy Nasr, dedica un libro a este colectivo que, en sus propias palabras, logró abrir “un abanico de posibilidades de trabajo desde la teoría, la crítica, el análisis y la fotohistoria”.
En Consejo Mexicano de Fotografía, volumen que inaugura la colección Lecturas del acervo, del Centro de la Imagen, la especialista regresa a aquellas reuniones en donde departían Pedro Meyer, Lázaro Blanco, José Luis Neyra, Julieta Giménez Cacho, Pablo Ortiz Monasterio, Felipe Ehrenberg, Pedro Span, Jesús Sánchez Uribe, Rodrigo Moya, Nacho López, Lourdes Grobet, Herminia Dosal, entre otros.
En mayo de 1978, este grupo convocaría a fotógrafos a participar con obra en el Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía, el cual hasta 1996 se propuso situar a la región en el contexto de la fotografía internacional y propiciar una reflexión crítica sobre la identidad visual de las prácticas fotográficas en esta parte del mundo.
Forjó estructuras de la fotografía
En la reciente presentación del libro, realizada en la Dirección de Estudios Históricos del INAH, la autora manifestó la importancia de reconocer los frutos de esta organización: “Los coloquios latinoamericanos generaron un vínculo maravilloso y encuentros ideológicos, formales, estilísticos, pero lo más importante es que coincidíamos en ver la posibilidad de cambio en el país. Además del apoyo que dieron con exposiciones, libros, bibliotecas especializadas y, por supuesto, las Bienales de Fotografía.
“Cada miembro del consejo trabajó con ahínco, sin esperar nada a cambio, más que se forjaran las estructuras de la fotografía y una mejora en la posición del fotógrafo documental, de prensa o experimental. Ahí están las imágenes que muestran ello y, desde la perspectiva editorial, es lo que se pensó agrupar en el momento de trabajar este libro”, comentó la especialista.
Al respecto, la investigadora de la Universidad Iberoamericana, Valeria Sánchez Michel, explicó que la indagación de Rebeca Monroy en los archivos del CMF para este libro (3,315 fotografías y otra documentación) cubre una parte de la historiografía que no ha sido escrita, el devenir de la fotografía en México entre las décadas de 1970 y 1990, necesaria para entender el reconocimiento del que hoy goza esta disciplina.
La fotógrafa Lourdes Almeida, en ese entonces joven integrante del CMF, destacó que la línea de tiempo incluida en el libro permite contextualizar el porqué del auge de la fotografía en ese momento, y queda claro que la conformación del CMF fue parte de un proceso mayor en el que los hacedores de imágenes, desde diversas trincheras, se forjaron un espacio propio.
Por su parte, la editora Alejandra Zamudio enfatizó que la colección Lecturas del acervo tiene la misión de difundir los fondos del Centro de la Imagen, en un formato manejable y en un lenguaje atractivo para todo lector, aspecto que cubrió la pluma de Rebeca Monroy.
Concluyó que Consejo Mexicano de Fotografía constituye una revisión contemporánea del mismo, integrada por un brillante ensayo de la reconocida historiadora de la imagen, un portafolio de imágenes que deviene en microhistorias narradas y revisadas por sus propios autores, además de referencias bibliohemerográficas y fichas catalográficas.