Miles de personas marcharon por las calles de Lima exigiendo el cierre del Congreso y la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, quien sufrió un golpe con la dimisión de uno de sus ministros exigiendo “cambios de rostros” en la dirección de Perú y un adelanto más corto de las elecciones generales.
En la primera protesta multitudinaria en la capital de Perú en semanas en medio de una ola de disturbios que han dejado 42 muertos, tras fuertes choques con la policía, los manifestantes gritaron “Dina asesina”, en una de la mayores crisis políticas que amenazan la estabilidad democrática en el país minero.
La marcha en Lima, organizada por sindicatos y partidos de izquierda, se desarrollaba sin incidentes con la policía y muchos de los manifestantes cargaban ataúdes de cartón, fotos de las víctimas y cárteles con mensajes en contra del gobierno.
“Señora Boluarte la están utilizando. Por qué usted le está dando la espalda al pueblo, son tantas muertes ¡por Dios!, paren con esta masacre”, dijo la manifestante Olga Espejo.
Las protestas estallaron poco después de la destitución y arresto del presidente izquierdista Pedro Castillo, quien intentó el 7 de diciembre disolver de forma ilegal el Congreso.
En medio de la protesta, el ministro de Trabajo, Eduardo García, anunció por Twitter su renuncia y afirmó que el país necesita “disculpas” por las muertes y que el gobierno reconozca que “se han cometido errores que deben ser corregidos”.
“La situación amerita un cambio de rostros en la dirección del país y de un adelanto de elecciones que no pueden esperar hasta abril de 2024”, dijo García, en la primera dimisión tras una renovación parcial del gabinete a mediados de diciembre.
El primer ministro, Alberto Otárola, reafirmó horas antes de la marcha, en una conferencia, que la presidenta Boluarte no renunciará y que esperan las elecciones anticipadas propuestas, dos años antes de lo programado como mandato para el 2026.
“La señora presidenta no va a renunciar. Ese hecho no se va a dar y no porque ella no quiera hacerlo, sino porque la Constitución requiere que esta sucesión que se ha dado se afiance. Dejar la presidencia sería abrir una compuerta peligrosísima para la anarquía y el desgobierno”, afirmó.
Los disturbios se han centrado en las regiones del sur de Perú, históricamente votantes de izquierda, y los manifestantes piden además de una nueva Constitución, la libertad de Pedro Castillo.
En el interior de Perú la protesta del jueves fue menor frente a días previos, aunque eso no impidió que el gobierno suspendiera las operaciones del aeropuerto de Cusco, la capital turística del país, como medida de prevención.
El lunes, en la región de Puno -vecina a Cusco- murieron 17 personas luego de intensos enfrentamientos con la policía cerca del aeropuerto de la ciudad de Juliaca.
Horas antes del inicio de la marcha en Lima, el Congreso aprobó conformar una comisión especial para investigar las decenas de muertes, entre ellos un policía, como producto de choques ocurridos principalmente en el sur de la nación andina.
El martes, la fiscalía abrió una investigación preliminar contra Boluarte por los presuntos delitos de “genocidio, homicidio calificado y lesiones graves” durante las protestas, en la que incluyó también a parte de su gabinete de ministros.
“Quisiéramos que también con la misma premura la Fiscalía de la Nación diga qué carpetas fiscales existen respecto a las personas que están destruyendo el Perú y destruyendo los aeropuertos”, dijo al respecto el primer ministro Otárola.
Grupos de derechos humanos han acusado a la policía y las fuerzas armadas peruanas de usar armas de fuego mortales y lanzar bombas lacrimógenas desde helicópteros. El ejército dice, por su parte, que los manifestantes, la mayoría en el sur andino de Perú, han usado armas y explosivos caseros.
La crisis alcanzó al sector minero peruano. Una unidad de Glencore dijo que un grupo de “vándalos” atacó a su mina de cobre Antapaccay y Minsur anunció la suspensión de su mina de estaño en solidaridad por las muertes en Puno.
En la nación andina, la furia de los peruanos ha aflorado desde hace tiempo en medio de denuncias de corrupción contra la mayoría de sus exmandatarios, generando constantes turbulencias políticas para tener seis presidentes en los últimos cinco años. (Reuters)