CIUDAD DE MÉXICO (apro).-Hace 50 años, el ingeniero de Motorola Martin Cooper realizó la primera llamada móvil en la historia, un 3 de abril de 1973, marcando el inicio de una revolución tecnológica que ha cambiado para siempre la cultura, la forma como nos comunicamos, trabajamos, nos divertimos y nos relacionamos con el mundo.
Desde entonces, la tecnología y la innovación han avanzado a pasos agigantados, pasando por la era de los teléfonos “ladrillo” en los años 80, hasta los smartphones con pantallas táctiles y acceso a Internet de alta velocidad, convirtiéndose en un artefacto indispensable en nuestra vida diaria.
La telefonía móvil ha significado un gran avance para la civilización humana, permitiendo a las personas estar conectadas en todo momento y en cualquier lugar, desarrollando una de las industrias más poderosas e influyentes que no existía hasta entonces.
Los smartphones son una herramienta fundamental en la vida cotidiana, ya sea para comunicarse con amigos y familiares, buscar información en Internet, hacer transacciones comerciales o simplemente entretenerse.
Sin embargo, el creciente uso de la tecnología móvil también ha planteado grandes desafíos. Uno de ellos es la creciente dependencia de los dispositivos móviles, que puede llevar a una desconexión de la realidad y una disminución de las habilidades sociales y de comunicación en persona.
El uso excesivo de los smartphones puede tener consecuencias negativas para la salud física como problemas de postura; pero también de tipo emocional por el uso y consumo desmedido de redes sociales o videojuegos como insomnio, ansiedad y depresión.
Un desafío no resuelto en cinco décadas es la brecha digital entre quienes tienen acceso a la tecnología móvil y quienes están excluidos.
A pesar de que las redes, los teléfonos móviles y los servicios de telecomunicaciones son cada vez más accesibles, todavía hay muchas personas que no tienen acceso a ellos debido a limitaciones económicas, geográficas o de desinterés por la tecnología. Esta brecha limita el ejercicio de derechos fundamentales y las oportunidades de educación, trabajo o participación política.
En este momento de la historia existe una relación inseparable entre el ser humano, la movilidad y la tecnología móvil a través de los smartphones, porque han modificado nuestra forma de percibir y experimentar el mundo. Los smartphones permiten estar conectados en todo momento, con un impacto en la vida cotidiana y el trabajo, pero también puede llevar a una sensación de invasión constante en nuestra privacidad.
Los smartphones alteran nuestra percepción del tiempo y el espacio, porque las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea crean una sensación de inmediatez y urgencia que altera nuestra capacidad para concentrarnos en tareas importantes, disfrutar de momentos de tranquilidad o de convivencia básica con los demás.
Cada vez más especialistas en desarrollo personal, productividad y salud mental, como la psiquiatra Marián Rojas Estapé, recomiendan alejarse del teléfono y las redes sociales para volver a conectar con el mundo, la realidad física y las personas.
En términos filosóficos, la telefonía móvil nos lleva a cuestionar nuestra relación con la tecnología y la forma como nos afecta como seres humanos. Debemos de tener la capacidad de distinguir hasta qué punto la tecnología nos ayuda a mejorar nuestras vidas y ser más productivos, y cuándo comienza a limitar nuestra capacidad para experimentar el ambiente de manera significativa.
Es indudable que la llegada del teléfono celular ha tenido un gran impacto en la vida de los seres humanos; sin embargo, aún se desconoce con certeza si ha cambiado nuestro cerebro.
Algunos estudios sugieren que el uso excesivo del teléfono móvil puede tener efectos negativos en la memoria, la atención y el procesamiento cognitivo. El uso excesivo de las redes sociales puede estar asociado con problemas de sueño, ansiedad y depresión entre los adolescentes, con un impacto negativo en el funcionamiento cognitivo.
Otros estudios plantean que el uso del smartphone puede mejorar la cognición, especialmente en áreas como la memoria de trabajo y la resolución de problemas. El acceso a la información en línea a través del teléfono puede mejorar el conocimiento y la capacidad de aprendizaje.
En general, el impacto del teléfono celular en el cerebro y la mente depende en gran medida de cómo se utiliza el dispositivo y de la cantidad de tiempo que se dedica a él.
Podemos concluir que lo mejor del invento de Cooper ha sido estar conectados en todo momento con amigos, familiares y compañeros de trabajo, útil en términos de productividad, seguridad y apoyo social. Comunicarnos de manera instantánea a través de llamadas, mensajes de texto y aplicaciones de mensajería instantánea.
Los teléfonos tienen una variedad de funciones útiles, desde tomar fotografías y videos hasta utilizar aplicaciones de productividad, educación y entretenimiento. Y son cada vez más accesibles para personas de diferentes edades, género e ingresos, lo que permite mayor acceso a la información, servicios e inclusión.
El lado oscuro es que son dispositivos adictivos e interfieren en las relaciones interpersonales, la productividad, la salud física y mental. Son una distracción constante en el trabajo, la escuela y la vida diaria, afectando la concentración y el rendimiento. Pueden ser vulnerables a ataques cibernéticos y la recopilación de datos, poniendo en riesgo la privacidad y la seguridad de los usuarios y sus datos. Finalmente, si no se reciclan correctamente, la basura tecnológica tiene un impacto adverso en el medio ambiente.
¿Qué pensaría un arqueólogo si encontrara un cementerio de smartphones o un teléfono a lado de cada persona dentro de mil años o más? El hallazgo suscitaría un gran interés por la tecnología y la cultura del “pasado”. Vería el teléfono como un objeto importante que puede proporcionar información valiosa sobre la tecnología, la comunicación y las prácticas culturales del momento. El smartphone sería visto como un ejemplo de cómo los seres humanos han evolucionado… o involucionado.