CIUDAD DE MÉXICO (apro).– Un artículo publicado por el diario estadunidense “The Washington Post” generó un gran debate racial en Argentina porque cuestionó el hecho de que en la selección de futbol no había jugadores de color.
En la nota, Erika Denise Edwards, profesora de la Universidad de Texas y experta en identidades raciales, se preguntó “¿Por qué no hay jugadores negros en la selección argentina?”
El artículo se publicó después de que el conjunto trasandino se enfrentara con Países Bajos por cuartos de final en el Mundial de Qatar.
“Mientras los aficionados siguen de cerca el éxito de Argentina en el Mundial, surge una pregunta: “¿Por qué no hay jugadores negros en la selección argentina? En marcado contraste con otros países sudamericanos, como Brasil, la selección argentina de futbol palidece en términos de representación negra”, señaló el artículo.
Recordó que en el Mundial de Brasil 2014 “los observadores bromearon sobre cómo hasta Alemania tenía al menor un jugador negro, mientras que Argentina parecía no tener ninguno durante la final de la Copa del Mundo de ese año”.
De acuerdo con los registros históricos, el único jugador de raza negra que ha jugado en la selección argentina fue Alejandro Nicolás de los Santos, en las décadas de 1920 y 1930.
La académica señaló que, si bien el dato del Censo de 2010, que cifró la población negra en 149 mil 493 personas, “parecería confirmar que Argentina es efectivamente una nación blanca”, desechó esa posibilidad. Después corrigió la versión señalando que son menos del 0.4% de la población.
“La idea de Argentina como una nación blanca no solo es inexacta, sino que habla claramente de una historia más larga de borrado negro en el corazón de la autodefinición del país”, indicó Edwards.
En su teoría echó por tierra una serie de “mitos” que se han creado en el país trasandino para explicar la supuesta “ausencia de argentinos negros”, entre ellos, que se cree que los hombres fueron utilizados como “carne de cañón” en la guerra de independencia, por lo que hubo un gran número de esclavos negros fallecidos.
La academia ha afirmado que no fue así, sino que la gran mayoría de ellos no murió, sino que simplemente desertó.
Otro “mito” que mencionó es que la falta de representación negra en la sociedad argentina se debe a brotes de enfermedades, como la fiebre amarilla, a finales del siglo XIX, que habría afectado en mayor medida a esa población debido a su pobreza.
“Esto también fue desacreditado, ya que los datos muestran que los brotes no mataron a la población negra a tasas más altas que otra población”, indicó.
La académica señaló que estos y otros mitos sobre la ‘desaparición’ negra sirven para oscurecer varios de los legados históricos más perdurables de la nación.
“En realidad, Argentina fue el hogar de muchos negros durante siglos, no solo la población de personas esclavizadas y sus descendientes, sino inmigrantes”, indicó; pese a ello, lo que se llevó a cabo en Argentina fue un “intento de construir su imagen como un país blanco”.
Por eso, agregó, se promovió la inmigración de europeos blancos al país, se empezaron a usar etiquetas raciales no vinculadas a “la negrura” y se habló de que los “negros” solo existían en otros países.
Señaló que incluso se usó la palabra “morocho”, que se refiere a las personas que tienen el tono de piel bronceado, para diferenciarlas de quienes son blancas, que es el estándar en ese país.
“Si bien Argentina colapsó las categorías raciales en su búsqueda por ser vista como una nación blanca moderna, la presencia de personas descritas como ‘morocho’ asiente a esta historia de borrado de negros e indígenas. Morocho es una etiqueta inofensiva que hace referencia a aquellos que son de color bronceado, y es empleado como una forma clara de distinguir a aquellas personas que no son blancas”, agregó.
Respecto a la selección, concluyó que la historia deja en claro que si bien el equipo de futbol puede no incluir personas de ascendencia africana o “negras”, tampoco es un equipo “completamente blanco” e incluso consideró que muchos jugadores pueden ser descritos como “morochos” en Argentina.
El artículo generó gran polémica entre los argentinos, quienes calificaron a la autora como “más racista que los racistas” y la consideraron “una ignorante historiográfica”, por no saber que los afrodescendientes argentinos fueron llevados por inmigrantes europeos.
Después, el periódico estadunidense “The Washington Post” admitió y corrigió un error “matemático” en el artículo sobre la falta de jugadores negros en la selección argentina, pese a que su autora, Erika Denise Edwards, defendió su postura.
Al final de la nota apareció una aclaración: “Debido a un error de edición, una versión anterior de este artículo señaló que, aproximadamente, el uno por ciento de la población argentina era negra, según un censo publicado por el gobierno en 2010. Si bien la cantudad de personas negras citadas era precisa, el porcentaje en realidad era mucho menos del uno por ciento y el artículo se modificó para indicar esto”.
Con esa cifra, explicó el periódico, según dicho censo la población afrodescendiente argentina es de 149 mil 493 personas y no equivale al 1%, sino al 0.4% de la población total.
El artículo provocó muchas críticas y la autora salió a responderlas a Fox News Digital, donde contó que durante más de 20 años ha pasado tiempo en Argentina y consideró que la mayoría de las reacciones a su artículo fueron positivas.
“Los abrumadores comentarios que he recibido han sido positivos. Muchas personas, especialmente los argentinos, están emocionados de finalmente tener una conversación sobre la raza en Argentina. Si bien es difícil para algunos, esta conversación es necesaria para tener en cuenta el pasado. No hay nada de lo que dije que sea fácticamente incorrecto”, consideró.
Señaló que era posible que a algunos no les haya gustado centrarse en la raza, pero las preguntas sobre la percepción de la blancura de Argentina y la falta de diversidad tienen que ver mucho con su cultura e historia.
“¡Argentina es un país increíble con gente muy acogedora! No puedo agradecer lo suficiente a los diversos amigos, que se han convertido en una familia, y a los colegas que me ayudaron a convertirme en la becaria de Fulbright, la becaria Ford y la autora galardonada que soy hoy. Lo soy para siempre. ¡Agradecida con los archivistas y académicos argentinos que han realizado este trabajo durante años! Es un honor que mi trabajo haya sido recibido tan positivamente por ellos”, afirmó.