MADRID (EUROPA PRESS).– Unas 250 ballenas piloto murieron tras encallar en una playa de las islas Chatham, en Nueva Zelanda, confirmó el Departamento de Conservación.
Las ballenas estaban con vida, pero ante la imposibilidad de devolverlas al agua, la mayoría fueron sacrificadas, según el Departamento, citado por el portal de noticias neozelandés Stuff.
“No reflotamos activamente ballenas en las islas Chatham debido al riesgo de ataque de tiburones tanto para los humanos como para las propias ballenas”, relató un portavoz del organismo. “Las ballenas sobrevivientes fueron sacrificadas por el equipo profesional para evitarles un mayor sufrimiento”, añadió.
Los cuerpos de los cetáceos fueron abandonados en las playas para un proceso natural de descomposición.
La ONG de rescate de mamíferos marinos Proyecto Johan publicó en Facebook información sobre 215 ballenas varadas, pero reconoce también la imposibilidad de su rescate.
“Las islas Chatham es un punto difícil para la respuesta. Son conocidas por los tiburones blancos, las playas inaccesibles y una población de menos de 800 personas (…). No era una opción”, apuntó el grupo en Facebook.
Las islas Chatham son escenario frecuente de muerte de ballenas varadas. En 1918 se registró el mayor evento de este tipo con unas mil ballenas piloto muertas. En 2018 fueron 51 las ballenas piloto muertas tras encallar en la bahía de Hanson. Entonces una treintena pudieron volver al mar por sus propios medios.
En 2017 fueron unas 600 las que encallaron en Farewell Spit de la Isla Sur de Nueva Zelanda y el Ejército, los voluntarios y Proyecto Jonah lograron rescatar a unas 400.