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Vivir de Teotihuacán, a pesar del daño patrimonial

Es la zona arqueológica más visitada del país, y su grandeza es enorme. A un paso de la capital del país, “La ciudad de los dioses”, que escapó a la destrucción porque la ruta de los conquistadores no la registró, siempre está amenazada. A pesar de leyes sólidas, del envío reciente de la Guardia Nacional para evitar saqueos, el problema se ha enredado tanto que el instituto nacido para protegerla se fía en la educación de la niñez para su salvación. La expansión desordenada del turismo (globos aerostáticos, grutas cerveceras, motocicletas invasivas) y construcciones ilegales, importan más que su patrimonio.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Tiempo hace ya que la Zona Arqueológica de Teotihuacán, en el Estado de México, dejó de ser un paseo cultural y educativo, pero la caída e incendio de un globo aerostático en las afueras del área de monumentos el pasado 1 de abril, seguida de la denuncia de una nueva construcción irregular –en plena Semana Santa–, pusieron de nuevo el dedo en la llaga.

Entre abril y mayo hace dos años, trascendió en los medios la destrucción y saqueo de patrimonio arqueológico en un predio del área de Oztoyahualco –cuya propiedad se atribuyó entonces al presidente municipal René Monterrubio–, en donde se pretendía construir un parque recreativo (Proceso, 2327: “Teotihuacán bajo asedio”). La presión de organismos como el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos-México), ciudadanos e investigadores, permitió que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), apoyado por la Guardia Nacional (GN), lograra detener las obras.

Hacia junio de 2022 y en medio de protestas de investigadores y trabajadores, el INAH informó que la GN permanecería en varias zonas arqueológicas, entre ellas Teotihuacán, cuyo director Rogelio Rivero Chong destacó el hecho como un “logro” que contribuiría a mantener el orden y seguridad de los visitantes, coadyuvaría en el resguardo de los bienes culturales del sitio, e inhibiría situaciones delictivas, además de que su tránsito sólo sería en la zona empedrada que rodea los monumentos centrales de la poligonal o perímetro “A”.

Apenas un mes después, el arquitecto Enrique de Anda, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y especialista en patrimonio, dio cuenta en estas páginas de su visita a la zona arqueológica y, con mezcla de coraje y tristeza, dijo: “es una cantina”. Lamentó que el turismo prefiera que se renten cuatrimotos, se tomen cheladas, pulque y otras bebidas embriagantes, se coma barbacoa, y no se aprecie el patrimonio:

“Me dirán: ¿cuál es el problema? El problema es que ahí vivió una cultura hace 2 mil años, y esa cultura armó un escalón para construir la civilización, ¡de ahí venimos!”.

Si Teotihuacán es conocida como “la ciudad donde los hombres se hacen dioses”, podría ser también “la del tiempo imperturbable”. Pero no porque la historia de la milenaria cultura se respete o admire, sino porque las situaciones que se han denunciado décadas atrás persisten.

Y su explotación turística, económica y hasta política no parece tener límites. Apenas el sábado 7 de mayo, la candidata a la gubernatura del Estado de México por la alianza PRI-PAN-PRD y Panal. Alejandra del Moral, estuvo en los municipios donde se asienta la zona (San Juan Teotihuacán y San Martín de las Pirámides), y prometió la construcción del “bulevar” San Juan. Estuvo acompañada por el panista Santiago Creel, quien subió una foto en su Twitter con la pirámide del Sol al fondo, por lo cual recibió múltiples críticas.

Fragmento del reportaje publicado en la edición 2428 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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