CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Seudónimos y seudomuertos, escrita y dirigida por Nora Coss, es una obra que desde la ironía y la risa habla de los escritores, sus vicios y traumas, más un universo lleno de falacias y contradicciones.
Un escritor escribe sobre otro escritor que escribe sobre otro escritor, y los actores que quieren reescribir o corregir la historia y a los personajes que el escritor está escribiendo. Este juego de realidades, de historias dentro de las historias y los personajes que contienen a otros personajes, es lo que da una visión poliédrica a la obra Seudónimos y seudomuertos en la que navegamos como un laberinto, guiados por la autora.
Inmersa en el mundo literario, Nora Coss pone a la vista las falsas caras de las monedas y los cuestionamientos existenciales que se hacen los escritores hasta llegar al suicidio; pero el suicidio es aprovechado por los mercaderes de las letras que utilizan a los escritores, o más que eso, a los productos que venden, sin importar quién los escribe. Así, Seudónimos y seudomuertos resulta una ácida crítica a la manipulación del mercado literario y a los conflictos y depresiones de los escritores, protagonistas de esta historia; de esta historia dentro de otra historia y otra historia más.
El punto de partida son dos actores que se sienten manipulados por un autor y se enfrentan a sus indicaciones, acotaciones y mandatos, escritos en una manta blanca colocada a sus espaldas. Cada actor, interpretado por Fernanda Delgado y Alberto Cerz da vida a diferentes personajes y caracterizan, partiendo de la farsa, a los personajes que requiere la historia, saliendo y entrando de ellos, opinando y reflexionando sobre su actuar.
Un escritor, con el nombre de Anónimo, se suicida; pero su editor le propone un pacto, como a Fausto, y le ofrece la vida eterna: él escribe y muere lo que sea necesario para aumentar la publicidad del libro y renacer en un nuevo autor. Este autor anónimo está siendo escrito por otro autor, quien a la vez escribe sobre el hijo de un autor que lo busca incansablemente y solo le han quedado sus zapatos.
Nora Coss construye figuras narrativas y divertimentos lingüísticos espléndidos que provocan la risa. El humor y el punto de observación de estas realidades superpuestas nos hacen transitar entre disgresiones, puntos seguidos, y puntos y apartes. Los actores tienen la gracia para la farsa a partir de la caracterización de los personajes que interpretan.
Es una obra construida con habilidad pero que, dada la extensión, más de dos horas, se debilita el impacto. La intrincada construcción dramática es un acierto y se beneficiaría evitando las repeticiones o hasta una de las cajas chinas.
Con inteligencia, Nora Coss crea diálogos y utiliza la narración al público. Con inteligencia juega con las palabras, se burla de las técnicas teatrales y de los traumas autorales. Su dirección es austera y directa, y con la versatilidad de las actuaciones no necesita más para contarnos estas historias, armadas como cajas chinas.
Seudónimos y seudomuertos estrenó en el 2019 en el Foro la Nabe, aunque suspendió funciones por la pandemia. Ahora, con nuevos bríos, se presenta los miércoles (hasta el 12 de abril) en el Centro Cultural El Hormiguero para que, con humor, nos adentremos en este mundo absurdo de la creación literaria y los mecanismos alrededor de ella.