Por Pedro Moctezuma Barragán*
En el contexto del Día Mundial del Agua, describimos una situación que pudiera darse bajo la actual Ley de Aguas Nacionales. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia.
El autoritarismo del agua…
… se deja seducir por los intereses.
… boicotea la búsqueda conjunta de soluciones, y cuando estallan las crisis, echa la culpa a otros.
… no da importancia a la planeación, sino va pateando el bote esperando posponer el colapso.
… impone la verticalidad por encima de cualquier posibilidad de participación, ninguneando hasta los poco representativos Consejos de Cuenca
… mantiene un control directo y discrecional sobre el manejo de las concesiones de aguas nacionales.
… no permite inspeccionar ni sancionar a los grandes intereses con quienes tiene relación.
… frena intentos de atacar la contaminación del agua, dando la espalda a la enfermedad y la muerte en territorios sacrificados.
… bloquea las obras emblemáticas que permitirían manejar ciclos del agua, porque representan una amenaza a los negocios hidráulicos extractivistas con los cuales se ha aliado.
… fomenta trasvases mal concebidos en vez de invertir en las obras locales requeridas para eficientar el sistema hídrico.
… su relación con los otros órdenes de gobierno está determinada por intereses económicos y políticos.
… potencia a funcionarios de comprobada corrupción, y elimina a los que intentan de hacer algo al respecto.
… deja caer el sistema de medición de aguas superficiales y subterráneas, así permitiendo la libre manipulación de datos sobre la disponibilidad.
… escoge a los legisladores y a los líderes de movimientos a quiénes “maicear,” mientras que bloquea el reconocimiento universal de los derechos de pueblos indígenas y comunidades marginadas.
… escudándose en la popularidad del Presidente, exige lealtad absoluta en sus directivos, sin consecuencia alguna si niegan el agua y maltratan a las poblaciones que deben servir.
En resumen, el autoritarismo del agua se opone a una Ley General de Aguas, porque ésta cumpliría con el mandato Constitucional de sentar las bases para la participación de la ciudadanía junto con los tres órdenes de gobierno con el fin de lograr el acceso equitativo y sustentable al agua.
*Es profesor investigador en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) desde 1980.